La revista "PAPELES ESCOLARES" en el Boletín "MENXIBAR HISTORIA" de la Asociación de amigos de la historia de Mengíbar (Jaén)
Crónica de una experiencia de revista escolar en Mengíbar.
(1982/83)
Pedro A. López Yera
Antiguo maestro del Ceip. MANUEL DE LA CHICA y coordinador de la publicación.
Si hay un aspecto de la educación que siempre me ha interesado es el de la relación del aula con los
medios de comunicación, con la realidad circundante. Esa “aulas sin muros” a las que suele hacerse
mención cuando se intenta abrir el escenario educativo, o al menos se intentaba en tiempos en que
las redes y lo digital no nos habían invadido. En aquel tiempo que ya se antoja pretérito y casi
prehistórico, las comunicaciones se vestían de papel o, como mucho de línea telefónica que incluía
llamadas y, como avance tecnológico de última generación, el fax. Quizá de ahí el título de aquella
publicación que hicimos brotar del ansia investigativa y periodística de los chavales del Ceip. Manuel
de la Chica de Mengíbar en el ya lejano curso 1982/83. ¿Cómo habría de llamarse esta revista? Pues
lógicamente, PAPELES ESCOLARES. Casi sin medios mas que las vetustas multicopistas transmutadas
luego en fastuosas fotocopiadoras nos lanzamos a la aventura. Aquellos PAPELES ESCOLARES tenían
que superar el viejo cliché de boletín escolar con noticias del colegio para ser, dentro de la humildad
de la propuesta, y procurar ser algo más. Cercano y, a la vez, abierto. Distinto y, a la vez, tradicional.
Comprometido y, a la vez, capaz de acoger todas las vertientes que confluían, confluyen, en el acto
educativo.
No era la primera publicación escolar que impulsaba en mi todavía corta andadura docente. La fuerza
de esa juventud que luego añoramos ya me había hecho partícipe del Boletín escolar que publicaba
el Colegio Palacios Rubio de La Carolina y de la que luego sería todo un barco insignia como una de
las publicaciones escolares más longevas de la provincia y quizá de un ámbito geográfico aun mayor:
“Nuestra escuela” nacida en el Ceip. Nuestro Padre Jesús de Jabalquinto.
Pero volvamos a noviembre de 1982. La primera parada nos la proporcionó la visita del Papa Juan
Pablo II a España. Se convocó una especie de pequeño certamen colegial en el que participamos con
nuestro número “cero”, un extra bajo el lema “Un Papa para todos” que, inopinadamente, obtuvo
uno de los premios en liza. Allí comenzó la vocación periodística. En el EDITORIAL expresábamos el
deseo y el anhelo que nos impulsaba: “Esperamos que estos PAPELES ESCOLARES” que ahora nacen
inaugurados al hilo de tu presencia entre nosotros vayan afianzándose como aquello a lo que aspiran
a ser: una parte viva de esta escuela que crece con todos, que palpita cada día a nuestro lado
dispuesta a no dejar de ser la compañera callada que impulsa nuestros avances. …//… “Seguiremos
creciendo y viendo pasar calendarios año tras año…”
En aquella ocasión contamos con las palabras del entonces alcalde de la localidad, Antonio Barahona
y con el párroco, Miguel Medina, firma esta última que no podía faltar en una glosa a la figura del
Santo Padre.
El número terminaba con un fragmento del DESIDERATA que nos empujaba a esforzarnos a ser
felices. Y así, con la felicidad y el ánimo del buen comienzo seguimos trabajando para dar a luz al
verdadero número uno que llegaría enseguida, en la navidad de 1982. Y, claro, la alegría de la fiesta y
de las pequeñas vacaciones nos inundaba de espíritu navideño… “Vamos a ser felices, -decía el
Editorial-, abramos las ventanas para que con el frío de diciembre entre en nuestra vida el verdadero
espíritu de la navidad. ¡Esa es la meta! La noche se desvanece y amanece la paz. Bienvenida”. La
felicidad aparecía en la última página del número cero y abría el número uno. Toda una señal que
nos iba a iluminar en el camino del periodismo escolar. El número lo completaban cuentos navideños
de especial ternura a cargo de chavales del ciclo medio y superior, colaboraciones sobre la Historia
de Mengíbar y un poster central que marcaría la marcha de aquellos PAPELES ESCOLARES de una
forma intensa y que aun no sabíamos que iba a ocurrir. Se trataba de un verso de Gloria Fuertes,
concretamente la “Oración de andar por casa”, una especie de “Padre Nuestro” pasado por las
manos de la “poeta de guardia” como le gustaba ser llamada. “Padre Nuestro que estás en la escuela
/ y en el verdulero / y en el que pasa hambre / y en el poeta. No en el usurero”.
Acabaron las vacaciones navideñas y el nuevo año se nos puso delante. El EDITORIAL, de nuevo, nos
marcaba el camino: “Otro trimestre más. El tiempo nos ha ido sorprendiendo día a día, clase a clase,
trabajando contigo, escuela. Hemos ido descubriendo, paso a paso, que tras tus ventanas no está
solo ese patio en el que tantas veces nos hemos caído, ni tampoco la vieja calle que nos ha visto
crecer. No. Tú nos has enseñado que más allá de tus paredes discurre un mundo distinto, a veces
feliz, a veces no tanto, pero que se ha ido forjando dentro de nosotros a base ¿quién sabe? de la
tabla de multiplicar, del Orinoco, de Isabel la Católica, de los polígonos irregulares, de la goma de
borrar que olía a caramelo, de los versos para comentar, de los invertebrados o del boli aquel que
nos puso perdido de tinta el bolsillo de la camisa… (..//..) Las escuelas son los únicos monumentos
que no aparecen en las tarjetas postales, pero nosotros sabemos que no por eso se sienten tristes
porque saben que su lugar es mucho más íntimo y sencillo: el corazón de todos cuantos hemos
pasado por sus manos”. A la vista de este emotivo texto es fácil deducir cuál fue el lema de ese
número. Era “Gracias, escuela”.
Y entre sus páginas se coló una sorpresa de enormes proporciones. Pensé en una sección que iba a
llamarse “Los recuerdos escolares de…”. El equipo de redacción nos reunimos para ver a quién
podíamos ofrecer ser quien abriera “el fuego” del recuerdo. No fue difícil. Como ya dije, el poster del
número anterior nos dio la pista. Llamaríamos a Gloria Fuertes. Así, sin anestesia.
El proceso de encontrar su número de teléfono fue complicado, pero allí estábamos una mañana con
el auricular pegado con fixo a un micro de un antediluviano casete para inmortalizar la voz, el
sentimiento y el recuerdo de la “porta de los niños”. Nos lo cogió enseguida. Su voz aguardentosa fue
como un remanso de paz, pero con gotas de incredulidad. Estábamos hablando con ella y su vida
escolar se estaba desgranando ante nosotros. Y nos dejó navegar por aquel colegio de monjas de su
infancia donde se discriminaba a las niñas según fueran “de pago o de gratis”, por sus travesuras con
Sor Pilar o su expulsión por tontear con la toca de una de las religiosas. A medida que hablaba nos
pareció formar parte de uno de sus versos: “Escribo en un periódico de niños y quiero comprarme a
plazos una flor natural”. El periódico -casi no nos lo creíamos- era el nuestro y la flor, aunque no
podíamos mandársela realmente sí que la transmutamos en ese beso emocionado que le enviamos
telefónicamente.
Gloria nos animó a leer y nos avisó de que una de sus ansias escolares era, precisamente, el de saber
leer enseguida. Con cinco años, decía, ya empezó a escribir cuentos. Eso nos asombró y nos hizo
despertar el gusanillo de coger el boli y dejar rienda suelta a la creatividad que siempre fue el
objetivo principal que mascábamos en la escuela.
El resto del número recayó, como siempre, en las ingenuas poesías, los interesantes cuentos, los
dibujos nerviosos, el humor -incluso con Mafalda como invitada- y las colaboraciones de personajes
locales y provinciales. La historia local tuvo un primer capítulo por parte de José Plata dedicado a la
enseñanza en Mengíbar y la entrevista central correspondió a Miguel Peinado, obispo de la diócesis.
Entre las noticias colegiales destacaba la puesta en funcionamiento de la Biblioteca escolar a cuyos
mandos me colocó la providencia no sé si divina. Ese contacto con los libros y con las propuestas de
animación lectora me marcarían para posteriores destinos. Pero esa es otra historia.
Por cierto, el 12 de febrero del 83 Mengíbar amaneció bajo una capa de nieve. Cosas que se olvidan y
que la amarillenta hemeroteca de nuestros PAPELES ESCOLARES nos acerca de nuevo en el recuerdo.
El número terminaba con un cuento que no recordaba haber escrito. Un relato de ciencia ficción que
acaecía en 3.016.
El curso había puesto ya su velocidad de crucero y el final se iba acercando. Junio era la fecha de
nuestro número tres. Adelantándonos al cambio climático dedicamos el ejemplar al medio ambiente.
Todo un despliegue de investigaciones y colaboraciones convirtieron a aquellos PAPELES ESCOLARES
en un estupendo monográfico en el que escribieron Juan Caño, director de la revista NATURA,
Concha Sáenz, directora general de Medio Ambiente y Juan Morales del Servicio de Extensión
Agraria. De nuevo el EDITORIAL marcaba la pauta: “Tenemos que tomar conciencia, ya desde la edad
escolar, de que la vida en esta enorme “naranja” azul depende de lo que todos y cada uno de
nosotros hagamos en su favor”.
Además, continuó la historia de la escuela en Mengíbar a cargo de José Plata y se completó el
número con un reportaje sobre Doñana y un estudio sobre la rueda de producción animal y vegetal
de Mengíbar realizada por los chavales del ciclo medio. El poster central nos dejaba el corazón
encogido. Era la conocida frase de Martin Luther King: “Hemos aprendido a volar como los pájaros, a
nadar como los peces, pero aun no comprendemos el sencillo arte de vivir juntos como hermanos”.
La sección de los recuerdos escolares recayó en este número en un genio del teatro: Adolfo
Marsillach. La llamada, aun la recuerdo con el ruido alrededor de los chavales en el recreo, la
contestó su mujer, Mercedes Lezcano, y me emplazó a un día posterior por compromisos del autor.
Llegado el momento fue el propio Adolfo quien descolgó el auricular y, con exquisita cortesía y
amabilidad, atendió mi petición de explicitar qué recordaba de años escolares, de su escuela y de sus
maestros. Una de sus primeras expresiones fue una frase que no he olvidado: “No me enseñaron a
amar la vida”. Así titulamos el artículo. Nos fue desgranando sus tiempos infantiles y aun me parece
escucharlos de su propia voz: “cuando estalló la guerra yo tenía ocho años. Tengo recuerdos
confusos de aquella época. Iba a un colegio Marista en Barcelona y allí hice la Primera Comunión.
Creo que la educación que recibí no fue buena. No guardo un recuerdo optimista del colegio, ni
probablemente de mí mismo. Era un estudiante bastante malo, o al menos regular, con tendencias
hacia las letras y con enormes dificultades con las ciencias, en especial era negado con las
Matemáticas. No me gustaba nada estudiar y solía escaparme a jugar al billar. Se me mezclan los
recuerdos: El Conde Ciano en Barcelona, el plato único, el Auxilio Social, las colas del tabaco… y eso
tan importante que se llama “el primer amor” y que, en mi caso, correspondió a la hija del director.
En aquel tiempo no me enseñaron a amar las cosas, la vida, ni a la sabiduría. Un sacerdote del colegio
intuyó mis dotes actorales y siempre me seleccionaba para recitar poemas”
Junio cerró las puertas del colegio y con ellas terminó mi estancia, breve pero intensa, en el colegio
Manuel de la Chica. Nuevos destinos, desafíos y proyectos me estaban esperando, pero los PAPELES
ESCOLARES siguieron su marcha, al menos unos años más. Podemos hacer un breve recorrido por
ellos gracias a Martina Criado, antigua alumna de aquel tiempo e impulsora de esta pequeña crónica
que me ha hecho volver a ser joven y estar rodeado de ella y de sus compañeros en un viaje en el
tiempo del que me siento orgulloso y agradecido. Los que estamos al otro lado del pupitre también
aprendemos de los que nos miran desde el suyo. Aprender es un verbo biunívoco de doble dirección.
Veamos. En diciembre de 1983 PAPELES ESCOLARES empezó una nueva etapa. Como a los hijos
cuando se emancipan, mi aliento seguía apareado con aquellas páginas en las que, tras una portada
de Kayser, palabras mayores, aparecía una aportación mía que sería mi última colaboración. La
presidía una coplilla que así rezaba: “Escritor, profe y poeta / aunque ausente, recordado / PALY
firmas tu receta / Por fundador de PAPELES / siempre estarás invitado. Y a continuación llegaban mis
“Coplillas navideñas al estilo de los romances de ciego” en las que los que entonces regían los dos
mundos, capitalista y comunista, Reagan y Andropov, se intercambiaban terribles “regalos” en época
de paz y amor sin especial éxito en cuanto a trasladar al mundo esa posible serenidad entre bloques.
“Dejadnos vivir a todos / sin misiles ni ansiedad / Que el sol nos siga alumbrando / la próxima
navidad”. Casi una premonición -quién lo iba a decir- de esta nueva guerra tras la invasión de Putin a
Ucrania.
Además de poema y narraciones navideñas de todos los niveles educativos, el número 4 se
completaba con una entrevista a Agustín Laínez, veterinario de la localidad y por otra entrega de la
historia local a cargo de Juan José Medina con el título “Memorias de un escolar de los años veinte”.
Recalamos en mayo de 1984 y tenemos frente a frente el número cinco de PAPELES ESCOLARES. Su
tema principal era la propia MENGIBAR. Un interesante documento de investigación recogía las
distintas empresas del entramado económico de la localidad, así como la ganadería y agricultura de
la zona dando una ajustada visión de cómo se desarrollaba el pueblo. Asimismo, se estudiaba el
crecimiento de la población desde 1910 a 1981 con datos contrastados por un grupo de alumnos de
5º. A título de curiosidad, según se recoge en el informe, por ejemplo, en 1980 se contrajeron 50
matrimonios, hubo 132 nacimientos y 42 defunciones para un censo de 8.336 habitantes. Estos datos
nos dan una idea de la intensidad y profundidad de la investigación realizada.
El trabajo continuó en el número 6 con otro reportaje basado esta vez en la evolución del clima en la
localidad. Este número llevaba como lema La Solidaridad. Varios poemas y textos de todos los ciclos
incidían en la importancia de ser solidarios incluyendo series de comics y dibujos.
A modo de revista de prensa se trabajaba sobre qué modelo de sociedad nos plantean los medios de
comunicación y cuál es la mirada con la que debemos ver, criticar e interiorizar, en su caso, nuestras
posturas al respecto teniendo en cuenta los posibles intereses de dichos medios, no siempre claros y
diáfanos. Precisamente el poster central, una idea que se mantuvo durante la práctica totalidad de
números editados, recordaba que “mientras el hombre aplaste al hombre tendré una herida en el
alma”.
La entrevista estaba dedicada a Francisco Torres, presidente entonces de la Hermandad de Donantes
de Sangre.
Mayo de 1986 es la fecha que se editó el número 7. Esta vez el tema era la educación para la Paz. La
portada nos presentaba a dos payasos con lágrimas en su pintada cara observando, caída en el suelo,
a la paloma de la paz que, exangüe, dejaba caer de su pico la rama de olivo. De nuevo muchos
alumnos y alumnas dejaron su impronta con textos, poemas y dibujos alusivos a la paz, a la no
discriminación y a ese sentimiento que nos une a los demás para poder construir un mundo mejor
para todos.
El poster central nos dejaba lo que es prácticamente un himno: “La muralla” de Nicolás Guillén. La
entrevista recogía las respuestas de Francisco Martínez Linares, médico de la localidad y jefe local de
Sanidad. Respecto a la sección de historia local, en esta ocasión le tocó el turno, en las páginas de
Ossigitania, a José Tomás Cruz Garrido, arqueólogo, que contó los orígenes de la localidad desde
tiempos de los iberos.
En la sección noticas se hacía mención a la visita del Defensor del pueblo andaluz, Manuel Conde
Pumpido para ver el estado de las construcciones en el Parque infantil.
Ha pasado un año y, en abril de 1987, nos encontramos con “Andalucía y el Guadalquivir” como lema
del número ocho de PAPELES ESCOLARES. Como es habitual, cuentos, poemas y dibujos dan forma a
trabajos sobre el río, su influencia económica y de todo tipo. Se da la circunstancia de que, semanas
antes de la edición del número ocho, se había desarrollado la Primera semana cultural del Manuel de
la Chica y muchos de los contenidos de las ponencias de dicha Semana se incluyeron en la revista.
Una de ellas correspondía a Vicente Oya Rodríguez sobre el Guadalquivir. También se incluyeron las
palabras del director de Radio Popular, Juan Antonio Ibáñez que además fue entrevistado por el
equipo de alumnos/as redactores y disertó sobre el flamenco y sus influencias.
Aprovecho, antes de continuar con esta crónica, para dejar constancia de mi aplauso y recuerdo al
claustro de profesores con los que compartí aula y experiencias durante mi paso por el Manuel de la
Chica. La noticia de constitución del Consejo Escolar que aparece en este número me ha hecho volver
a “tener cerca” de nuevo a María Dolores Lérida, directora en mi tiempo, Antonio Barahona, Miguel
Chica y Elvira, Pedro Milla, secretario, Pedro Cordero, Paqui López, Lucía Muñoz, Pilar Pérez, Ángel
Molina, Francisca Pancorbo y tantos otros a los que la memoria solo pone cara, pero me deja los
nombres aparcados en la orilla del tiempo. Gracias por aquel año que nunca he olvidado.
Y tras el recuerdo, el último número del que tengo noticia. Ya habían crecido los PAPELES ESCOLARES
y la vieja multicopista había devenido ya en imprenta con portada a todo color. Estamos en junio de
1990 y el contenido es una miscelánea variada con sugerencias de lectura, poemas, consejos para
acampadas, manualidades y fotografías de las actividades realizadas, algo que antes no se podía
hacer por la escasez de medios y la mala calidad de reproducción de los aparatos.
No me extenderé más por no hacer demasiado extensa esta crónica resumen de los primeros
números de PAPELES ESCOLARES que me enorgullece haber propuesto, coordinado y dirigido en
aquellos años ochenta que ya parecen perdidos en el tiempo. Han pasado cuatro décadas y los
chavales que entonces eran los redactores son ya padres y madres de familia con, probablemente,
hijos en el colegio. La vida sigue su marcha irrefrenable y los PAPELES ESCOLARES, en un momento
dado, se convirtieron en leyenda, en recuerdo, en papel amarillento anclado en la memoria. Años
después les nació un chaval que enarboló de nuevo la bandera de una revista escolar como medio de
comunicación de la comunidad escolar, LA VOZ DE MANOLITO, pero esa es ya, otra historia.
A todos, a todas, madres, padres, alumnas, alumnos, maestras, maestros, colaboradores ajenos,
patrocinadores, amigos y amigas que una vez formasteis parte de aquellos PAPELES ESCOLARES,
gracias de corazón. Aun hoy, tantos años después, mantengo cierto contacto con alguno de aquellos
niños y niñas: Adela Cazalilla, Ana Martos y Bartolomé Camacho, por ejemplo. Os sigo recordando.
Y, en especial un recuerdo a Martina Criado, una niña en 1983, alumna en mi aula de cuarto de EGB,
que ha removido esta historia y que, por ella, he vuelto a ser un poco más joven por unos instantes.
Gracias por acordarte de aquel maestro casi recién llegado a la docencia y por tener tan buen
recuerdo del año compartido.