domingo, 28 de junio de 2020

La distopía ha llegado.




Hemos llegado a la distopía quema-estatuas, censura-libros y películas, altera-historia y odia-todo lo que no concuerda con el oficialismo. Hemos accedido a un cronovisor, por llamarlo de un modo adscrito a la “fantaciencia” por el que pretendemos revisar, revisionar, requisar, reescribir, reuniformar y reestructurar el pasado para que sea asemeje a nuestra visión actual de las cosas. Al menos a la visión que se nos ofrece como única y verdadera.
Un aterrador aire de uniformismo oficial se está apoderando de nuestros recuerdos, de nuestra historia, de lo que una vez fuimos y que, obviamente, nos debe encaminar hacia el más crudo de los infiernos por malvados, racistas, xenófobos, supremacistas y toda pléyade de adjetivos que decoran el "Salón Promenade” de la historia cercana, lejana y de media distancia. ¿Es lícito mirar al pasado y estudiarlo? Por supuesto. ¿Es normal y humano avergonzarse de ciertos episodios que marcan nuestra huella? Cierto. Pero, ¿debemos sacar la goma de borrar y hacer desaparecer lo que fuimos? ¿Hay que derribar, censurar, disimular, obviar, enterrar, diluir, abatir o demoler nuestra huella?
No. No podemos pretender cerrar los ojos a lo que sucedió. Los avestruces y los niños pequeños no son un ejemplo a seguir en este campo de minas que es la mirada hacia atrás. No se trata de que nos subamos al carro de que lo que no se sabe/recuerda/conoce deja de existir automáticamente. Lo que pasó, pasó. Los hechos son tercos y no desaparecerán a no ser que montemos en la maquinita de Timeless o abramos una puerta del Ministerio de Jordi Hurtado. Pintarrajear a Cervantes, derribar a Junípero, quemar a Colón, alterar a la Mammy de la “Señorita Escarlata” o esconder los negativos de varios documentales de “La 2” nada arregla salvo enfervorizar a los extremistas, puristas de una historia que nunca concordará con lo que piensan. A lo hecho, pecho. Eso afirmaba el viejo refrán. Pero ahora se dice de otro modo, a lo hecho, bote de pintura. A lo hecho, ojos cerrados. A lo hecho, labios sellados. A lo hecho, soga y al suelo.
¿Qué quedará de la historia de la Humanidad si seguimos así? ¿Iremos arrancando hojas a los libros? ¿Quemaremos fotogramas “inconvenientes”? ¿Arrasaremos monumentos? ¿Descabezaremos estatuas? ¿Tiraremos al mar a todo aquel que no comulgue con la nueva visión de la historia?
Desgraciadamente este tipo de comportamientos, movidos por otras circunstancias, pero de similar peligrosidad, nos han acompañado en épocas no muy pretéritas y excuso decir que de ellos no nació nada bueno. Es más, dieron pie a dolorosos escenarios en los que mejor no ahondar de nuevo.  La historia responde a su tiempo y cada tiempo tiene su historia. No es de recibo alterar lo que sucedió para que todo siga el cauce que ahora se nos antoja justo. Lo es, sin duda, comparado con otros momentos pasados, pero ignorarlo, borrarlo o destrozar su recuerdo no es la solución. El camino está en la EDUCACIÓN. Y ahí han de basarse nuestras visiones del pasado, del presente y del futuro.La Humanidad siempre ha sido, digamos, poco dada a comportamientos ejemplares. Estudiemos, aclaremos, pongamos todos los puntos, las íes, las comas y las comillas que menester sean. Pero sin escorarnos hacia el abismo del todo vale. La ignorancia, decía un viejo aforismo, es muy atrevida. Y si tiene una parcela de poder, peor aun. Mover a las masas es sencillo. Sobre todo si las masas carecen de la formación adecuada y hemos caído en la tentación de mantenerlas en ese manipulado estadio de duermevela-aplauso-asentimiento-vótame que te llevaré al cielo arcádico. ¡Ay, esos gobernantes que ni siquiera saben de lo que hablan. Esos que pueblan las poltronas careciendo de un toque, solo un toque, de sensatez y que empujan a sus acólitos a la algarada interesada... De ellos, líbrenos la providencia. Sea laica, divina o mediopensionista.
Por cierto, ni los “Conguitos” se han salvado de la quema. Hace poco sucumbió “aquel negrito del África tropical” que cantaba la canción de ese grumoso cacao mañanero. ¿Qué será lo próximo?