Este relato ha obtenido el primer accésit en el certamen literario ARTESANOS DE LA PAZ: LO EXTRAORDINARIO DE LO ORDINARIO EN MAYO DE 2021.
MORONI. Pedro A. López Yera
Lali se asomó, cautelosa
y sonriente, al dormitorio de sus hijos. Alberto se había instalado, meses
atrás, en un Colegio Mayor para cursar sus estudios universitarios. Jaime, el
pequeño, se había hecho dueño y señor del cuarto en que ambos crecieron. La
pelea por la litera de abajo ya era historia.
Quizá por eso a Lali le
extrañó que, ante la llegada de Moroni, Jaime no reivindicara “sus” derechos.
Ahora, mecidos por el claroscuro de la persiana entreabierta, ambos irradiaban
esa tranquilidad que tan difícil era de alcanzar cuando estaban despiertos.
*****
-Mamá, mamá, a Moroni le
pasa algo, -le estaba diciendo Jaime mientras le tiraba del brazo.
- ¿Qué sucede? -contestó
Lali aún entre sueños.
- Ven rápido, anda.
*****
-Haz que callen, mujer.
No puedo concentrarme en guiar la barca.
La voz aguardentosa de
aquel individuo áspero y despiadado golpeó las lágrimas de Ayana y la impulsó a
apretar aun más el cuerpo de su pequeño contra su pecho en un vano intento de
ahogar sus gemidos. Moroni, asustado y tembloroso, miraba alternativamente a
aquel hombre y a su madre con los latidos del corazón a punto de convertirse en
tambores de los que tanto disfrutaba allá en su aldea.
-Trae de una vez.
Mientras pronunciaba
aquella sentencia, el hombre arrancó al niño de los brazos de Ayana y lo arrojó
al oscuro oleaje sin contemplaciones.
-Ya no nos molestará más.
Hay que llegar pronto a destino.
Moroni intentó descifrar
la oscuridad que les rodeaba, pero solo acertó a divisar el pequeño bulto
blanquecino de las ropas de su hermano hundiéndose en un mar que se le antojó
abierto como las fauces de cualquier fiera a las que tanto temía.
Entonces gritó…
*****
-Moroni, Moroni,
despierta. -Era Lali intentando consolarlo mientras lo abrazaba con la ternura
que aquel niño le inspiraba.
-Mamá, dijo Jaime, lleva
gritando y llorando en sueños un rato. Por eso te he despertado.
-Has hecho bien. Seguro
que era una pesadilla…
*****
El alarido de Ayana le
hizo volver la cabeza. La oscuridad se reflejaba ahora en el tenue resplandor
que hacía mas visibles las lágrimas que se mezclaban con las salpicaduras del
agua circundante.
- Cállate, o…
Moroni extendió sus manos
hacia Ayana en una mezcla de búsqueda de ayuda y de consuelo no solo para él
sino también para ella. Aquel hombre intentó apartarlo con furia sin que el
resto de pasajeros de la frágil embarcación hicieran nada petrificados por el
miedo.
Ante el desconsuelo de su
madre, Moroni miró a aquel hombre y se lanzó hacia él con toda la furia que su
pequeño cuerpo era capaz con tan mala fortuna que tropezó en una de los
travesaños de madera y cayó sobre una mujer sentada frente a Ayana. Al verlo, ella
se levantó y trató de cogerlo.
El hombre la miró e,
imaginando que se dirigía hacia él, empuñó el tosco remo que llevaba en la mano
y la golpeó una y otra vez. Ella cayó hacia atrás dando varios traspiés. En un
extraño giro, con la cabeza ensangrentada, avanzó descontrolada hacia el lado
contrario de la borda y cayó al agua sin que nadie pudiera impedirlo ni
intentaran ayudarla.
Moroni gritó y trató de
acercarse, pero el hombre interpuso el remo en su camino.
- ¿Quieres acabar como tu
madre? -Siéntate y calla. -Y vosotros, ya habéis visto. No me temblará la mano
para poner orden. Si queréis llegar, silencio y tranquilidad.
*****
- Moroni, despierta. Ya
ha pasado todo, tranquilo. Lali notaba el rápido latido del corazón del niño
mientras lo apretaba contra ella intentando darle su calor, su ánimo, su amor
casi maternal.
*****
El niño abrió los ojos
sobresaltado. El frío de la noche y el miedo que seguía teniendo adherido a su
piel a pesar del tiempo transcurrido se empezaron a desvanecer entre el cálido
regazo de Lali y la caricia de Jaime alisándole el pelo alborotado tras el
agitado sueño.
- Gracias, señora. He
tenido mucho miedo. -Dijo con un hilo de voz.
- No me llames señora,
por favor, Moroni. Ya te lo he dicho muchas veces.
- Es que… Moroni empezó a
llorar de nuevo desconsoladamente.
- Cálmate, por favor.
Aquí estás a salvo con nosotros.
-Me acuerdo de mi madre y
de mi hermano.
- Lo sabemos, pero no
sufras más. Ahora estamos contigo.
*****
-Si están de acuerdo,
firmen aquí, por favor. -Les dijo el funcionario.
-Por supuesto, afirmó
Lali mientras empuñaba el bolígrafo con una mezcla de emocionada determinación
y de alegría a punto de descontrolarse.
- El niño les espera en
la habitación de al lado. Todo está preparado.
- Muchas gracias,
-contestó Lali apretando la mano de Jaime que asistía al acto complacido tras
una larga conversación con su madre.
*****
- ¿Preparado para el
cole? -dijo Jaime frotándose las manos imaginando el día que le esperaba junto
a Moroni. -Mamá, qué suerte que nos hayan puesto en la misma clase, -dijo
dirigiéndose a Lali.
-Claro que sí, hijos
míos, -exclamó Lali incidiendo, no sabía si a propósito o dejándose llevar por
la situación, en esa palabra que se le antojó una de las mejores que podía
tener en su vocabulario.
-Moroni se acercó
despacio hacia ella rodeando la mesa en la que todavía humeaba el cacao
caliente, la rodeó por la cintura con sus brazos y, en un suspiro de voz, le
dijo:
- ¿Puedo llamarte “mamá”?
Y, Lali, con las lágrimas
aflorando al balcón de la bienaventuranza, le apretó hacia ella y contestó:
-Claro, Moroni, claro que
sí.
Jaime, que observaba la
escena también emocionado comentó:
- Oye, mamá, ayer busqué
en internet el significado de Moroni. Y ¿sabes qué encontré?
-Moroni quiere decir felicidad.
(*)
(*) "Moroni" procede de
"Oundroni", que significa “Felicidad”. Islas Comoras. Sureste de
África.