Artículo publicado en Diario JAÉN. Mi particular recorrido por los muchos "San Pedro" que han poblado las pantallas. Os lo dejo.
San Pedro en el cine
La Semana Santa nos dice adiós un año más. Y con ella se marchan también a las profundidades de los programadores esas películas que nos inflaman, enervan, elevan y “llenan” de sentimientos a veces encontrados, en ocasiones profundos y, quizá, en todos los casos nos permiten sacar a pasear a aquel niño o niña que se enfrentó en sus primeras ocasiones con pasos, procesiones, soldados romanos, la tita y la abuela con mantilla y el primo vestido de nazareno haciendo de las suyas.
En mitad de aquel recuerdo está el cine que luego sería la televisión. Y al lado de imponentes Cristos y amantísimas Marías aparecía un personaje que me fascinaba: Pedro, San Pedro, Simón Pedro, el pescador que luego fue piedra sobre la que edificar el legado de aquel hijo del humilde carpintero.
Ese personaje casi siempre en segundo plano, al que podemos dar, así en genérico “The Academy Award for Best Supporting Actor”, vamos, el Oscar de toda la vida al mejor “secundario”, ha sido interpretado por multitud de actores a lo largo del tiempo, pero, para mi tierno recuerdo, quizá por haberlo “conocido” siendo niño, el verdadero, auténtico y siempre genuino San Pedro fue Finlay Currie aunque, naturalmente, tuvieron que pasar muchos años para saber su nombre más allá de la pantalla. Este actor, de impresionante presencia, fue Simón “llamado Pedro” como él mismo dice en una secuencia antes de ser arrestado y crucificado después, en “Quo Vadis”. Y ahí empieza, para mí, la leyenda del personaje. Curiosamente este actor ya había participado en otra película, digamos, infantil de la época, “La isla del tesoro”, dando piel y carne -nunca mejor dicho- a Billy Bones, el pirata borrachín que tiene escondido el mapa del tesoro, pero no es por ese papel por el que me tiene abducido.
Cuando en mitad del circo romano eleva sus brazos y trata de animar a los cristianos que están a punto de ser devorados por los leones, aquel niño que lo veía en la pantalla tenía que agarrarse a la butaca para no levantarse y gritar sin saber qué, pero emocionado. Antes, en otra escena memorable en que su cayado queda plantado en el suelo para luego, en el último fotograma, florecer, el niño quiso ser aquel otro chaval, Nazario, que acompaña a Pedro por los caminos y que tan importante es para que ambos vuelvan a Roma tras un mensaje directo desde las alturas.
Años después Finlay Currie apareció también en “Ben-Hur” como el rey Mago Baltasar que regresa para ver a aquel niño Dios al que adoraron tres décadas atrás. Claro que, por aquel entonces, y ahora mismo también, nunca entendí que Baltasar era blanco y no negro. Cosas del cine.
Poco después, en las sesiones matutinas parroquiales del Igarrondo, en la Tolosa norteña de principios de los sesenta, otro San Pedro llegó a mi imaginario personal: Michael Rennie en La Túnica sagrada y en Demetrio y los gladiadores. Puro peplum “con mensaje” y con ese toque indescriptible que le aportaba siempre a cualquier película Víctor Mature. Rennie era un Pedro distinto, alto y delgado, en contraposición al orondo Finlay. Lo recuerdo, -lo siento-, más por su papel en “Ultimatum a la tierra” con aquel impresionante robot metálico gigantesco.
La época de las grandes superproducciones siguió con “La historia más grande jamás contada” dirigida por tres monstruos del cine como George Stevens, David Lean y Jean Negulesco dando el papel principal, Jesús, a Max von Sydow y con Gary Raymond como Simón Pedro acompañados por un enorme listado que incluía a Ángela Lansbury, Rody Mcdowall, José Ferrer, Shelley Winters, Dorothy McGuire como María, John Wayne como el centurión y Charlton Heston como Juan el Bautista.
No podemos dejar de mencionar la película bíblica que Samuel Bronston produjo en España: “Rey de Reyes”. Aquí el cine patrio contó con Carmen Sevilla como María Magdalena mientras que Jesús era Jeffrey Hunter dirigidos por Nicholas Ray. Pedro fue, en este film, Royal Dano.
Pasaron los años y los “San Pedro” se fueron multiplicando. Pasolini, en un profundo, cercano y desinhibido blanco y negro, recoge “El Evangelio según San Mateo” (sin el “San” en el título original) a partir de interpretaciones de actores no profesionales. Pedro es, en esta ocasión, Settimio Di Porto y Jesús un estudiante español que llegó para entrevistarle y quedó como protagonista del film, Enrique Irazoqui.
Si esta película es una curiosidad por el tratamiento de la imagen y del texto (el guion es la traslación exacta de lo escrito por el evangelista) hay en el cine español otra extravagancia peculiar de la mano de José Luis Cuerda: “Así en el cielo como en la tierra”. Aquí tenemos un San Pedro delirante, como todo el film: Paco Rabal uniformado como Guardia Civil acompañado por un Dios encarnado por Fernando Fernán Gómez y todo ello en escenarios naturales como la segoviana Pedraza, que luego también servirían a Alex de la Iglesia para sus “30 monedas”.
Más serios y adecuados a la imaginación general son otros Pedro que nos han acompañado desde las pantallas. Musicalmente, en “Jesucristo Superstar”, Pedro era Philip Toubus, luego relacionado con el ¡cine porno!; Víctor Argo en “La última tentación de Cristo” de Martin Scorsese; Francesco DeVito en “La Pasión de Cristo” de Mel Gibson; James Farentino en “Jesús de Nazareth” de Zeffirelli; Omar Sharif en el telefilm de la RAI “San Pedro” dirigido por Giulio Base… y así algunos ejemplos más.
La encarnación de Pedro más cercana que conozco es la de Shahar Isaac que lo interpreta en la serie de televisión “The Chosen” (Los elegidos). También este caso lo podemos tildar de peculiar por cuanto la serie lleva bastantes temporadas y se financia por un sistema de micromecenazgo. Se trata de ahondar en el concepto y la visión que de Jesús de Nazareth tuvieron las personas que se cruzaron con él, le conocieron, trataron y, en su caso, siguieron. El protagonista principal es Jonathan Roumie.
No obstante, todos estos “intentos” de representar a Pedro, a San Pedro, nadie en mi recuerdo infantil, ni el de ahora, ha sido capaz de desbancar a “mi” Finlay Currie en “Quo Vadis”. Lo siento, chicos, contra la imagen que puebla la memoria de un niño no se puede luchar. Eso sí, podéis seguir intentándolo.
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