jueves, 19 de octubre de 2023

"Papeles Escolares" Crónica de una revista escolar en el Boletín MENXIBAR HISTORIA.


 




La revista "PAPELES ESCOLARES" en el Boletín "MENXIBAR HISTORIA" de la Asociación de amigos de la historia de Mengíbar (Jaén)

Crónica de una experiencia de revista escolar en Mengíbar.

(1982/83)

Pedro A. López Yera

Antiguo maestro del Ceip. MANUEL DE LA CHICA y coordinador de la publicación.


Si hay un aspecto de la educación que siempre me ha interesado es el de la relación del aula con los

medios de comunicación, con la realidad circundante. Esa “aulas sin muros” a las que suele hacerse

mención cuando se intenta abrir el escenario educativo, o al menos se intentaba en tiempos en que

las redes y lo digital no nos habían invadido. En aquel tiempo que ya se antoja pretérito y casi

prehistórico, las comunicaciones se vestían de papel o, como mucho de línea telefónica que incluía

llamadas y, como avance tecnológico de última generación, el fax. Quizá de ahí el título de aquella

publicación que hicimos brotar del ansia investigativa y periodística de los chavales del Ceip. Manuel

de la Chica de Mengíbar en el ya lejano curso 1982/83. ¿Cómo habría de llamarse esta revista? Pues

lógicamente, PAPELES ESCOLARES. Casi sin medios mas que las vetustas multicopistas transmutadas

luego en fastuosas fotocopiadoras nos lanzamos a la aventura. Aquellos PAPELES ESCOLARES tenían

que superar el viejo cliché de boletín escolar con noticias del colegio para ser, dentro de la humildad

de la propuesta, y procurar ser algo más. Cercano y, a la vez, abierto. Distinto y, a la vez, tradicional.

Comprometido y, a la vez, capaz de acoger todas las vertientes que confluían, confluyen, en el acto

educativo.

No era la primera publicación escolar que impulsaba en mi todavía corta andadura docente. La fuerza

de esa juventud que luego añoramos ya me había hecho partícipe del Boletín escolar que publicaba

el Colegio Palacios Rubio de La Carolina y de la que luego sería todo un barco insignia como una de

las publicaciones escolares más longevas de la provincia y quizá de un ámbito geográfico aun mayor:

“Nuestra escuela” nacida en el Ceip. Nuestro Padre Jesús de Jabalquinto.

Pero volvamos a noviembre de 1982. La primera parada nos la proporcionó la visita del Papa Juan

Pablo II a España. Se convocó una especie de pequeño certamen colegial en el que participamos con

nuestro número “cero”, un extra bajo el lema “Un Papa para todos” que, inopinadamente, obtuvo

uno de los premios en liza. Allí comenzó la vocación periodística. En el EDITORIAL expresábamos el

deseo y el anhelo que nos impulsaba: “Esperamos que estos PAPELES ESCOLARES” que ahora nacen

inaugurados al hilo de tu presencia entre nosotros vayan afianzándose como aquello a lo que aspiran

a ser: una parte viva de esta escuela que crece con todos, que palpita cada día a nuestro lado

dispuesta a no dejar de ser la compañera callada que impulsa nuestros avances. …//… “Seguiremos

creciendo y viendo pasar calendarios año tras año…”

En aquella ocasión contamos con las palabras del entonces alcalde de la localidad, Antonio Barahona

y con el párroco, Miguel Medina, firma esta última que no podía faltar en una glosa a la figura del

Santo Padre.

El número terminaba con un fragmento del DESIDERATA que nos empujaba a esforzarnos a ser

felices. Y así, con la felicidad y el ánimo del buen comienzo seguimos trabajando para dar a luz al

verdadero número uno que llegaría enseguida, en la navidad de 1982. Y, claro, la alegría de la fiesta y

de las pequeñas vacaciones nos inundaba de espíritu navideño… “Vamos a ser felices, -decía el

Editorial-, abramos las ventanas para que con el frío de diciembre entre en nuestra vida el verdadero


espíritu de la navidad. ¡Esa es la meta! La noche se desvanece y amanece la paz. Bienvenida”. La

felicidad aparecía en la última página del número cero y abría el número uno. Toda una señal que

nos iba a iluminar en el camino del periodismo escolar. El número lo completaban cuentos navideños

de especial ternura a cargo de chavales del ciclo medio y superior, colaboraciones sobre la Historia

de Mengíbar y un poster central que marcaría la marcha de aquellos PAPELES ESCOLARES de una

forma intensa y que aun no sabíamos que iba a ocurrir. Se trataba de un verso de Gloria Fuertes,

concretamente la “Oración de andar por casa”, una especie de “Padre Nuestro” pasado por las

manos de la “poeta de guardia” como le gustaba ser llamada. “Padre Nuestro que estás en la escuela

/ y en el verdulero / y en el que pasa hambre / y en el poeta. No en el usurero”.

Acabaron las vacaciones navideñas y el nuevo año se nos puso delante. El EDITORIAL, de nuevo, nos

marcaba el camino: “Otro trimestre más. El tiempo nos ha ido sorprendiendo día a día, clase a clase,

trabajando contigo, escuela. Hemos ido descubriendo, paso a paso, que tras tus ventanas no está

solo ese patio en el que tantas veces nos hemos caído, ni tampoco la vieja calle que nos ha visto

crecer. No. Tú nos has enseñado que más allá de tus paredes discurre un mundo distinto, a veces

feliz, a veces no tanto, pero que se ha ido forjando dentro de nosotros a base ¿quién sabe? de la

tabla de multiplicar, del Orinoco, de Isabel la Católica, de los polígonos irregulares, de la goma de

borrar que olía a caramelo, de los versos para comentar, de los invertebrados o del boli aquel que

nos puso perdido de tinta el bolsillo de la camisa… (..//..) Las escuelas son los únicos monumentos

que no aparecen en las tarjetas postales, pero nosotros sabemos que no por eso se sienten tristes

porque saben que su lugar es mucho más íntimo y sencillo: el corazón de todos cuantos hemos

pasado por sus manos”. A la vista de este emotivo texto es fácil deducir cuál fue el lema de ese

número. Era “Gracias, escuela”.

Y entre sus páginas se coló una sorpresa de enormes proporciones. Pensé en una sección que iba a

llamarse “Los recuerdos escolares de…”. El equipo de redacción nos reunimos para ver a quién

podíamos ofrecer ser quien abriera “el fuego” del recuerdo. No fue difícil. Como ya dije, el poster del

número anterior nos dio la pista. Llamaríamos a Gloria Fuertes. Así, sin anestesia.

El proceso de encontrar su número de teléfono fue complicado, pero allí estábamos una mañana con

el auricular pegado con fixo a un micro de un antediluviano casete para inmortalizar la voz, el

sentimiento y el recuerdo de la “porta de los niños”. Nos lo cogió enseguida. Su voz aguardentosa fue

como un remanso de paz, pero con gotas de incredulidad. Estábamos hablando con ella y su vida

escolar se estaba desgranando ante nosotros. Y nos dejó navegar por aquel colegio de monjas de su

infancia donde se discriminaba a las niñas según fueran “de pago o de gratis”, por sus travesuras con

Sor Pilar o su expulsión por tontear con la toca de una de las religiosas. A medida que hablaba nos

pareció formar parte de uno de sus versos: “Escribo en un periódico de niños y quiero comprarme a

plazos una flor natural”. El periódico -casi no nos lo creíamos- era el nuestro y la flor, aunque no

podíamos mandársela realmente sí que la transmutamos en ese beso emocionado que le enviamos

telefónicamente.

Gloria nos animó a leer y nos avisó de que una de sus ansias escolares era, precisamente, el de saber

leer enseguida. Con cinco años, decía, ya empezó a escribir cuentos. Eso nos asombró y nos hizo

despertar el gusanillo de coger el boli y dejar rienda suelta a la creatividad que siempre fue el

objetivo principal que mascábamos en la escuela.

El resto del número recayó, como siempre, en las ingenuas poesías, los interesantes cuentos, los

dibujos nerviosos, el humor -incluso con Mafalda como invitada- y las colaboraciones de personajes

locales y provinciales. La historia local tuvo un primer capítulo por parte de José Plata dedicado a la

enseñanza en Mengíbar y la entrevista central correspondió a Miguel Peinado, obispo de la diócesis.


Entre las noticias colegiales destacaba la puesta en funcionamiento de la Biblioteca escolar a cuyos

mandos me colocó la providencia no sé si divina. Ese contacto con los libros y con las propuestas de

animación lectora me marcarían para posteriores destinos. Pero esa es otra historia.

Por cierto, el 12 de febrero del 83 Mengíbar amaneció bajo una capa de nieve. Cosas que se olvidan y

que la amarillenta hemeroteca de nuestros PAPELES ESCOLARES nos acerca de nuevo en el recuerdo.

El número terminaba con un cuento que no recordaba haber escrito. Un relato de ciencia ficción que

acaecía en 3.016.

El curso había puesto ya su velocidad de crucero y el final se iba acercando. Junio era la fecha de

nuestro número tres. Adelantándonos al cambio climático dedicamos el ejemplar al medio ambiente.

Todo un despliegue de investigaciones y colaboraciones convirtieron a aquellos PAPELES ESCOLARES

en un estupendo monográfico en el que escribieron Juan Caño, director de la revista NATURA,

Concha Sáenz, directora general de Medio Ambiente y Juan Morales del Servicio de Extensión

Agraria. De nuevo el EDITORIAL marcaba la pauta: “Tenemos que tomar conciencia, ya desde la edad

escolar, de que la vida en esta enorme “naranja” azul depende de lo que todos y cada uno de

nosotros hagamos en su favor”.

Además, continuó la historia de la escuela en Mengíbar a cargo de José Plata y se completó el

número con un reportaje sobre Doñana y un estudio sobre la rueda de producción animal y vegetal

de Mengíbar realizada por los chavales del ciclo medio. El poster central nos dejaba el corazón

encogido. Era la conocida frase de Martin Luther King: “Hemos aprendido a volar como los pájaros, a

nadar como los peces, pero aun no comprendemos el sencillo arte de vivir juntos como hermanos”.

La sección de los recuerdos escolares recayó en este número en un genio del teatro: Adolfo

Marsillach. La llamada, aun la recuerdo con el ruido alrededor de los chavales en el recreo, la

contestó su mujer, Mercedes Lezcano, y me emplazó a un día posterior por compromisos del autor.

Llegado el momento fue el propio Adolfo quien descolgó el auricular y, con exquisita cortesía y

amabilidad, atendió mi petición de explicitar qué recordaba de años escolares, de su escuela y de sus

maestros. Una de sus primeras expresiones fue una frase que no he olvidado: “No me enseñaron a

amar la vida”. Así titulamos el artículo. Nos fue desgranando sus tiempos infantiles y aun me parece

escucharlos de su propia voz: “cuando estalló la guerra yo tenía ocho años. Tengo recuerdos

confusos de aquella época. Iba a un colegio Marista en Barcelona y allí hice la Primera Comunión.

Creo que la educación que recibí no fue buena. No guardo un recuerdo optimista del colegio, ni

probablemente de mí mismo. Era un estudiante bastante malo, o al menos regular, con tendencias

hacia las letras y con enormes dificultades con las ciencias, en especial era negado con las

Matemáticas. No me gustaba nada estudiar y solía escaparme a jugar al billar. Se me mezclan los

recuerdos: El Conde Ciano en Barcelona, el plato único, el Auxilio Social, las colas del tabaco… y eso

tan importante que se llama “el primer amor” y que, en mi caso, correspondió a la hija del director.

En aquel tiempo no me enseñaron a amar las cosas, la vida, ni a la sabiduría. Un sacerdote del colegio

intuyó mis dotes actorales y siempre me seleccionaba para recitar poemas”

Junio cerró las puertas del colegio y con ellas terminó mi estancia, breve pero intensa, en el colegio

Manuel de la Chica. Nuevos destinos, desafíos y proyectos me estaban esperando, pero los PAPELES

ESCOLARES siguieron su marcha, al menos unos años más. Podemos hacer un breve recorrido por

ellos gracias a Martina Criado, antigua alumna de aquel tiempo e impulsora de esta pequeña crónica

que me ha hecho volver a ser joven y estar rodeado de ella y de sus compañeros en un viaje en el

tiempo del que me siento orgulloso y agradecido. Los que estamos al otro lado del pupitre también

aprendemos de los que nos miran desde el suyo. Aprender es un verbo biunívoco de doble dirección.


Veamos. En diciembre de 1983 PAPELES ESCOLARES empezó una nueva etapa. Como a los hijos

cuando se emancipan, mi aliento seguía apareado con aquellas páginas en las que, tras una portada

de Kayser, palabras mayores, aparecía una aportación mía que sería mi última colaboración. La

presidía una coplilla que así rezaba: “Escritor, profe y poeta / aunque ausente, recordado / PALY

firmas tu receta / Por fundador de PAPELES / siempre estarás invitado. Y a continuación llegaban mis

“Coplillas navideñas al estilo de los romances de ciego” en las que los que entonces regían los dos

mundos, capitalista y comunista, Reagan y Andropov, se intercambiaban terribles “regalos” en época

de paz y amor sin especial éxito en cuanto a trasladar al mundo esa posible serenidad entre bloques.

“Dejadnos vivir a todos / sin misiles ni ansiedad / Que el sol nos siga alumbrando / la próxima

navidad”. Casi una premonición -quién lo iba a decir- de esta nueva guerra tras la invasión de Putin a

Ucrania.

Además de poema y narraciones navideñas de todos los niveles educativos, el número 4 se

completaba con una entrevista a Agustín Laínez, veterinario de la localidad y por otra entrega de la

historia local a cargo de Juan José Medina con el título “Memorias de un escolar de los años veinte”.

Recalamos en mayo de 1984 y tenemos frente a frente el número cinco de PAPELES ESCOLARES. Su

tema principal era la propia MENGIBAR. Un interesante documento de investigación recogía las

distintas empresas del entramado económico de la localidad, así como la ganadería y agricultura de

la zona dando una ajustada visión de cómo se desarrollaba el pueblo. Asimismo, se estudiaba el

crecimiento de la población desde 1910 a 1981 con datos contrastados por un grupo de alumnos de

5º. A título de curiosidad, según se recoge en el informe, por ejemplo, en 1980 se contrajeron 50

matrimonios, hubo 132 nacimientos y 42 defunciones para un censo de 8.336 habitantes. Estos datos

nos dan una idea de la intensidad y profundidad de la investigación realizada.

El trabajo continuó en el número 6 con otro reportaje basado esta vez en la evolución del clima en la

localidad. Este número llevaba como lema La Solidaridad. Varios poemas y textos de todos los ciclos

incidían en la importancia de ser solidarios incluyendo series de comics y dibujos.

A modo de revista de prensa se trabajaba sobre qué modelo de sociedad nos plantean los medios de

comunicación y cuál es la mirada con la que debemos ver, criticar e interiorizar, en su caso, nuestras

posturas al respecto teniendo en cuenta los posibles intereses de dichos medios, no siempre claros y

diáfanos. Precisamente el poster central, una idea que se mantuvo durante la práctica totalidad de

números editados, recordaba que “mientras el hombre aplaste al hombre tendré una herida en el

alma”.

La entrevista estaba dedicada a Francisco Torres, presidente entonces de la Hermandad de Donantes

de Sangre.

Mayo de 1986 es la fecha que se editó el número 7. Esta vez el tema era la educación para la Paz. La

portada nos presentaba a dos payasos con lágrimas en su pintada cara observando, caída en el suelo,

a la paloma de la paz que, exangüe, dejaba caer de su pico la rama de olivo. De nuevo muchos

alumnos y alumnas dejaron su impronta con textos, poemas y dibujos alusivos a la paz, a la no

discriminación y a ese sentimiento que nos une a los demás para poder construir un mundo mejor

para todos.

El poster central nos dejaba lo que es prácticamente un himno: “La muralla” de Nicolás Guillén. La

entrevista recogía las respuestas de Francisco Martínez Linares, médico de la localidad y jefe local de

Sanidad. Respecto a la sección de historia local, en esta ocasión le tocó el turno, en las páginas de

Ossigitania, a José Tomás Cruz Garrido, arqueólogo, que contó los orígenes de la localidad desde

tiempos de los iberos.


En la sección noticas se hacía mención a la visita del Defensor del pueblo andaluz, Manuel Conde

Pumpido para ver el estado de las construcciones en el Parque infantil.

Ha pasado un año y, en abril de 1987, nos encontramos con “Andalucía y el Guadalquivir” como lema

del número ocho de PAPELES ESCOLARES. Como es habitual, cuentos, poemas y dibujos dan forma a

trabajos sobre el río, su influencia económica y de todo tipo. Se da la circunstancia de que, semanas

antes de la edición del número ocho, se había desarrollado la Primera semana cultural del Manuel de

la Chica y muchos de los contenidos de las ponencias de dicha Semana se incluyeron en la revista.

Una de ellas correspondía a Vicente Oya Rodríguez sobre el Guadalquivir. También se incluyeron las

palabras del director de Radio Popular, Juan Antonio Ibáñez que además fue entrevistado por el

equipo de alumnos/as redactores y disertó sobre el flamenco y sus influencias.

Aprovecho, antes de continuar con esta crónica, para dejar constancia de mi aplauso y recuerdo al

claustro de profesores con los que compartí aula y experiencias durante mi paso por el Manuel de la

Chica. La noticia de constitución del Consejo Escolar que aparece en este número me ha hecho volver

a “tener cerca” de nuevo a María Dolores Lérida, directora en mi tiempo, Antonio Barahona, Miguel

Chica y Elvira, Pedro Milla, secretario, Pedro Cordero, Paqui López, Lucía Muñoz, Pilar Pérez, Ángel

Molina, Francisca Pancorbo y tantos otros a los que la memoria solo pone cara, pero me deja los

nombres aparcados en la orilla del tiempo. Gracias por aquel año que nunca he olvidado.

Y tras el recuerdo, el último número del que tengo noticia. Ya habían crecido los PAPELES ESCOLARES

y la vieja multicopista había devenido ya en imprenta con portada a todo color. Estamos en junio de

1990 y el contenido es una miscelánea variada con sugerencias de lectura, poemas, consejos para

acampadas, manualidades y fotografías de las actividades realizadas, algo que antes no se podía

hacer por la escasez de medios y la mala calidad de reproducción de los aparatos.

No me extenderé más por no hacer demasiado extensa esta crónica resumen de los primeros

números de PAPELES ESCOLARES que me enorgullece haber propuesto, coordinado y dirigido en

aquellos años ochenta que ya parecen perdidos en el tiempo. Han pasado cuatro décadas y los

chavales que entonces eran los redactores son ya padres y madres de familia con, probablemente,

hijos en el colegio. La vida sigue su marcha irrefrenable y los PAPELES ESCOLARES, en un momento

dado, se convirtieron en leyenda, en recuerdo, en papel amarillento anclado en la memoria. Años

después les nació un chaval que enarboló de nuevo la bandera de una revista escolar como medio de

comunicación de la comunidad escolar, LA VOZ DE MANOLITO, pero esa es ya, otra historia.

A todos, a todas, madres, padres, alumnas, alumnos, maestras, maestros, colaboradores ajenos,

patrocinadores, amigos y amigas que una vez formasteis parte de aquellos PAPELES ESCOLARES,

gracias de corazón. Aun hoy, tantos años después, mantengo cierto contacto con alguno de aquellos

niños y niñas: Adela Cazalilla, Ana Martos y Bartolomé Camacho, por ejemplo. Os sigo recordando.

Y, en especial un recuerdo a Martina Criado, una niña en 1983, alumna en mi aula de cuarto de EGB,

que ha removido esta historia y que, por ella, he vuelto a ser un poco más joven por unos instantes.

Gracias por acordarte de aquel maestro casi recién llegado a la docencia y por tener tan buen

recuerdo del año compartido.

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