lunes, 11 de noviembre de 2024

Entre tumbas anda "el juego" (Noches de Santos y Difuntos)

 Como todos los SANTOS tienen octava -ya lo dice el refranero popular- ayer domingo se hacía eco DIARIO JAÉN de mi artículo ENTRE TUMBAS ANDA "EL JUEGO" en relación con las noches de Santos y de Difuntos que hemos vivido no hace demasiado.

Os lo dejo.

Entre tumbas anda “el juego”
(Noches de santos y difuntos)
Pocos lugares existen que conciten tal cantidad de sentimientos, estímulos, nostalgias y recuerdos que un cementerio. Esa última morada para la que ya nacemos con el billete de ida preparado se nos antoja un lejano horizonte al que es largo y complicado llegar pero la vida, ese ingrediente básico para realizar el camino, ese dual espejismo que nos hace mirarnos en la futura lápida de epitafio soñado, nos permite circunvalar la senda e ilusionarnos con las pequeñas o grandes historias que nos harán llegar, bien con la frente alta y la conciencia fragante, bien con el ánimo engatusado por el deslumbre de lo absurdamente fútil.
De una u otra forma la llegada a ese escenario tras el que el telón ya no vuelve a levantarse sirve a menudo como espejo que, precisamente sobre las tablas del teatro o en el fulgor lumínico de las pantallas, nos enfrenta a una realidad endulzada o enrabietada en la que nos resistimos a ser protagonistas, pero en la que jugamos al despiste con guiños que nos acercan y alejan a la vez al futuro más o menos cercano que mora, eterno, tras las puertas de los cementerios.
Vagabundear entre tumbas, recorrer nichos y lápidas, dialogar con el ausente, ofrendar flores al recuerdo… son actividades propias de los camposantos y, como tales, han formado parte de guiones, textos y dramaturgias varias a lo largo del tiempo.
Ahondando en la memoria me asalta la visión de aquel panteón descrito por Antonio Gala en “Los verdes campos del Edén”. Un lugar de encuentro, de algarabía, por el que se van asomando personajes de muy diverso desarraigo llamados por Juan que, buscando la tumba de su abuelo, toma posesión de la misma sintiendo que solo a esa tierra puede llamarla suya.
Otra escena mítica nos lleva al viejo oeste americano, aunque no hayamos salido, para filmarla, de Burgos. Estamos ya escuchando la inmortal banda sonora de Ennio Morricone y vemos llegar a tres personajes, Clint Eastwood, Eli Wallach y Lee Van Cleef, es decir, “El bueno, el feo y el malo” y el cementerio de Sad Hill huele a pólvora recordando, por su circular emplazamiento, al fragor de los gladiadores en el coliseo romano.
Si cambiamos a Morricone por Jerry Goldsmith nos encontramos con “La profecía” y con una escena “de cementerio” de las que quedan grabadas en el subconsciente quizá como la de Poltergeist, fruto de construir sobre un antiguo cementerio. Si de música hablamos no podemos obviar “Thriller” de Michael Jackson y su fantasmagórico videoclip. Los primeros compases son inolvidables ( It's close to midnight and something evil's lurking in the dark under the moonlight you see a sight that almost stops your heart. You try to scream…) y nos llevan al otro gran grupo de asiduos de noches de difuntos: zombis, aparecidos, fantasmas y otros ectoplasmas dispuestos a hacernos ¿sufrir? ¿disfrutar? en Halloween, noches de difuntos y, en nuestra tierra, también de “todos los santos”. Tampoco olvidemos a Coco y su paseo por la “Tierra de los Muertos” guitarra en ristre mientras volvemos a ser niños de nuevo.
Recogidos ya en la cercanía que nos permite respirar con la tranquilidad de lo conocido, llegamos al escenario de la Salala Paca y nos damos de bruces con el “Tosantos Cabaret”, una visita a la tumba materna que deviene en jarana festiva. Beli Cáceres, de Lunátika Atarazana, se enfunda la piel de Julieta, hija de una difunta Beatriz, que se enfrenta entre risas, reproches, confesiones y deseos a su propia existencia, a cómo la imaginó, cómo es realmente y cómo desearía vivirla.
La música y el baile se apoderan del espectador que, por el arte de la magia de la fecha y la hora, pasa a ser uno de los habitantes del camposanto y que, son “reconocidos” por una asombrada protagonista que pasea entre ellos recuperando anécdotas vividas o soñadas.
Todo sucede en el intervalo de una noche que aprisiona a Julieta en el cementerio al cerrarse las puertas y no permitirle salir mientras su “querido” esposo pugna por escapar, al bar de la esquina, y zafarse del cuidado de los niños.
Un detalle que nos recuerda que la obra, subtitulada “Tragicomedias de mujer” da paso al ciclo EN FEMENINO que se desarrolla en la mencionada Salala Paca y que nos deparará -y nos ha deparado- obras como “LA CURIOSA VIDA DE MADAME CURIE Y OTRAS MUJERES DE CIENCIA”, entre ellas Hypatia de Alejandría, original de Tomás Afán y codirigida por el autor y por Carmen Gámez con la interpretación de Vivi Alcántara y Carlos Aceituno o “FRANCISCA”, la agitada vida de Francisca de Pedraza, que ya en 1624 consiguió un veredicto de violencia contra la mujer por parte del Tribunal de la Universidad de Alcalá, interpretada por Elena Rey tras su paso por el Festival de Teatro Clásico de Almagro. Además, se ha proyectado el documental FEMINAS: MUJER, MINERÍA Y DESGARRO, dirigido por Luisje Moyano dedicado a las mujeres mineras de la zona de El Bierzo.
La programación de la Sala incluirá próximamente nuevas propuestas del Festival de Teatro Clásico que ya presentó a DON JUAN TENORIO y que traerá al escenario jiennense una sorprendente versión que del QUIJOTE presenta Bambalina Teatre, que ya ha obtenido diferentes distinciones en Polonia, Rumanía o Cuba en sus giras mundiales. Finalizará noviembre con un nuevo acercamiento al MIO CID por la compañía madrileña Teatro del Finikito. El telón no para de trabajar.
(En la imagen, Beli Cáceres en un "imaginado" momento de la representación)

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