Aprovechando el estreno del texto de Tomás Afán "LA CURIOSA VIDA DE MADAME CURIE Y OTRAS MUJERES DE CIENCIA, escribí para DIARIO JAÉN esta crónica de las muchas, demasiadas, mujeres que en muchos campos, no solo el científico, han sido olvidadas, traicionadas o despreciadas a lo largo de nuestra historia.
Os dejo el texto.
Mujeres “olvidadas” por la ciencia.
La historia, escrita desde el lado masculino, ha tendido en demasiadas ocasiones a “ocultar” cuando no a despreciar directamente el legado de un gran número de mujeres que, sin embargo, han colaborado -y muy intensamente- al desarrollo no solo de la ciencia sino de muchos otros aspectos de nuestra civilización. Bien es cierto que últimamente se está corrigiendo esa tendencia y algunos de sus nombres ya nos van siendo conocidos, pero quedan olvidos que restañar y aportes que poner en valor.
Si mencionamos a Maria Winkelmann-Kirch, Marie-Anne Pierrette Paulze-Lavoisier, Hedy Lamarr, Lise Meitner, Maria Salomea Skłodowska-Curie, Henrietta Leavitt, Chien-Shiung Wu, Marianne Grunberg-Manago, Jocelyn Bell Burnell, Rosalind Franklin, Hipatia de Alejandría o Ida Tacke, por mencionar solo a algunas, es muy probable que no sepamos prácticamente nada de la mayoría de ellas a pesar de sus inconmensurables estudios, investigaciones y descubrimientos.
Entre esos nombres se esconden, por ejemplo, la primera mujer en descubrir un cometa, la que puso las bases de nuestras redes wifi, la descubridora de la fisión nuclear, la que completó el Sistema Periódico de los Elementos, una pionera en la cristalografía de rayos X, la descubridora de elementos de nuestro código genético, la primera gran matemática de la historia, la madre de la química moderna, una primera estudiosa de la radiactividad o aquella que nos enfrentó a los púlsares con todo lo que eso significó en el estudio del universo. Sin ellas nuestros avances y progreso no serían tal y como los conocemos hoy.
El problema es que muchos de esos logros, no todos, pero bastantes, se adjudicaron injustamente a sus esposos, a los investigadores con los que trabajaron o a quienes dirigían sus tesis o trabajos. Hombres todos ellos, claro. Esta dolorosa circunstancia no solo se ha dado en el campo científico, sino que es de una “abundancia” que debería hacernos sonrojar y tratar de resarcir el olvido y el injusto posicionamiento de estas mujeres en nuestra historia. Por mencionar algún ejemplo, aun en otras facetas no científicas, recordemos a nuestra María Lejárraga que escribía las obras que firmaba su marido Gregorio Martínez Sierra o Margaret Keane, la pintora de los ojos grandes, cuyos cuadros firmaba Walter, su marido. (A este respecto no está de más hacer constar que el Museo Provincial de Jaén tiene, precisamente, dos obras de esta pintora entre sus fondos expuestos, aunque durante años estuvieron en los almacenes y solo salieron para una pequeña exposición temporal).
El cine se ha hecho eco en varias ocasiones de la vida de estas mujeres y de sus distintas circunstancias. Recordemos algunas de esas películas: “Ágora” (2009) de Alejandro Amenábar, sobre Hipatia de Alejandría con Rachel Weisz; “Marie Curie” (2017) de Charles Berling con Karolina Gruszka y “Radioactive” (2019) de Marjane Satrapi; “Figuras Ocultas” (2016) de Theodore Melfi sobre tres matemáticas afroamericanas de la NASA: Katherine Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson que incidieron de manera fundamental en la llegada del hombre a la luna, pero que fueron eclipsadas por sus compañeros masculinos; “Descifrando el Enigma” (2014) de Morten Tyldum, sobre la criptoanalista británica Joan Clarke cuya labor no fue reconocida quedando Alan Turing como el que descifró los códigos de la máquina Enigma en la Segunda Guerra Mundial o, por no extendernos demasiado, “La buena esposa” (2017) de Björn Runge con Glenn Close y Jonathan Pryce encarnando a un matrimonio en el que no queda claro quien es el autor reconocido con el Nobel de Literatura.
Hablando de premios Nobel, Lise Meitner colaboró estrechamente con Otto Hahn, ganador del Nobel en 1944 pero él nunca reconoció la autoría de ella. Rosalind Franklin fue una de las colaboradoras del trabajo de James Watson, Francis Crick y Maurice Wilkins sobre moléculas de ADN, pero ellos se llevaron el Nobel en 1962. Otro caso que nos pilla más de cerca es el de Marianne Grunberg-Manago, que descubrió, junto con Severo Ochoa, una enzima de nuestro código genético. El premio, una vez más, fue para él, que no lo compartió con su compañera. Jocelyn Bell encontró la primera radioseñal de un púlsar, pero como trabajaba en su tesis dirigida por Antony Hewish a él le dieron el Nobel de Física. Al menos Dorothy Hodgkin recibió el Nobel de Química en 1964; Ada Yonath Nobel de Química en 2009; Frances Hamilton obtuvo también el de Química en 2018 y Emmanuelle Charpentier y Jennifer A. Doudna, de nuevo el Nobel de Química en 2020. El “medallero” femenino está alcanzando, afortunadamente, cotas impensables hace unos años.
Un caso especial es el de Marie Curie, al que Tomás Afán ha dedicado la obra “La curiosa vida de Madame Curie y de otras mujeres de Ciencia”. Esta obra, dentro del Ciclo EN FEMENINO, organizado y diseñado por Carmen Gámez, se ha representado en varias funciones, una de ellas para alumnos y alumnas de Secundaria en la Salala Paca de nuestra capital. Plantear y abrir esta temática a las nuevas generaciones es un empeño a todas luces encomiable.
Madame Curie, como se la conoce, alcanzó dos veces el premio Nobel, el de Física en 1903 por sus investigaciones sobre la radiación junto con Henri Becquerel y el de Química en 1911 al haber descubierto el Radio y el Polonio. A pesar de su fama como investigadora, o tal vez por ello, su labor siempre fue boicoteada por sus compañeros masculinos de tal modo que cuando se rumoreó que podía ser candidata a la Academia francesa de la Ciencia, los miembros, todos varones, votaron para prohibir la entrada de las mujeres en la institución.
Pero otra sorpresa nos aguarda en la vida de Marie Curie. Su hija Irène Joliot-Curie ganó en 1935 el Nobel de Química, que compartió con su marido. Sus trabajos estudiaban la radioactividad inducida y la radioactividad artificial. Nunca más se ha producido en la historia de los Nobel que una madre y una hija alcancen el galardón.
Volviendo a la representación de la obra de Tomás Afán, los intérpretes, Vivi Alcántara y Carlos Aceituno nos llevan a pasear, entre humor y canciones, por las vidas de esas mujeres absolutamente excepcionales que no siempre alcanzaron el reconocimiento merecido. De Madame Curie a Hipatia pasando por Madame Lavoisier o Rosalind Franklin todas ellas se ven homenajeadas en cuanto a su figura y a su legado. A lo largo de la representación se nos invita a reflexionar sobre la resiliencia y el esfuerzo que se necesita, siendo mujer, para alcanzar el reconocimiento en el ámbito científico y en muchos otros. El concepto “EN FEMENINO” es algo a divulgar, interiorizar y aplicar social y personalmente y, para ello, el teatro, la educación, la cultura, nos brindan un excelente cauce para conseguirlo.
En la foto vemos, de izquierda a derecha y de arriba a abajo a Carlos Aceituno y Vivi Alcántara en el escenario, Madame Curie, Madame Lavoisier, Rosalind Franklin y a Tomás Afán comentando la obra con el alumnado de Secundaria asistente a la representación.
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