jueves, 26 de diciembre de 2024

Mirando al futuro...



Ese “interregno” por el que deambulamos entre la Navidad y el Año Nuevo es tiempo de reflexión, de miradas estereoscópicas hacia atrás y hacia adelante. Momentos en que haces balance entre efluvios de alcoholes 0,0, mantecados, chocolates y otras perversiones gastronómicas y culinarias prohibidas el resto del año. Y en ese instante en que la luz de un futuro cercano y el resplandor de lo vivido te asaltan y te deslumbran te percatas que ahora tienes una nueva posibilidad de “tirar p´alante” -expresión de moda ahora en cenáculos políticos ajenos al espíritu navideño-.

Y esa posibilidad tiene un corazón pequeño que te late muy cerca cuando la abrazas; unos ojos con ansia de descubrir en los que te reflejas con arrobo; unas manos que se lanzan a por ti… y tantas otros “añadidos” que la literatura queda anonadada e incapaz de describirlos con un mínimo de claridad.
También tiene nombre: Siena, con reminiscencias históricas y viajeras, nacidas al aire de escapadas compartidas.
El futuro ha empezado ya y no hace falta llegar al 1 de enero. Tenemos la brújula encendida y los mapas -virtuales- sobre la mesa. Sea lo que sea lo que nos tenga preparado el calendario, la divina providencia o el azar del movimiento celeste, sabemos que estarás ahí, Siena, al acecho para regalarnos una de esas sonrisas tuyas que nos desbaratan las neuronas y cualquier otro órgano que se ponga a tiro. Sí. Hoy es un buen día para mirar juntos por la ventana y soñar…

Música Góspel en Navidad.

 Cuando Gospel también significa Navidad.


Dice la tradición, o al menos eso creemos, que la música Gospel es indisociable de lo que llamamos “voces negras” en relación a sus intérpretes más habituales. Obviamente es la imagen que asociamos a este tipo de manifestación artística, pero sería de muy estrecha altura de miras dejarnos llevar por ese tópico que, por supuesto, no es real en absoluto. Y para muestra un botón: el escenario del Teatro Darymelia se llenó, literalmente, con las magníficas voces del “Gospel Sounds Granada” acompañados por la Banda Sinfónica “Ciudad de Jaén”, dirigidos ambos, coro y banda, por Toni Villanueva.
Ya con los primeros acordes el público, que abarrotaba el aforo del teatro, vibró con las voces tanto solistas como del coro y acompañó con palmas el ritmo contagioso de las canciones incluso poniéndose en pie en algunas de ellas.
Por algunos instantes se diría que la música nos trasladó a una de las capillas neoyorkinas en las que es habitual escuchar gospel tanto en sus misas como en actuaciones de tipo más turístico. Manhattan, el Downtown de Brooklyn o Harlem se vislumbraron en el Darymelia transformado por un mágico momento en la Times Square Church, el Brooklyn Tabernacle, la Mount Neboh Baptist Church o la Bethel Gospel Assembly por nombrar solo algunos de esos templos de visita obligada cuando se llega a NY.
Además, con solo entornar los ojos, podíamos estar paseando por Central Park una mañana de domingo y escuchar en un rincón el Adult Praise Choir o cualquier otro grupo gospel. O, tal vez, reencontrarnos fuera de la pantalla a Whoopi Goldberg como una Deloris Van Cartier que nos encandile con el “I Will follow Him” de “Sister Act”.
La música gospel, como bien indicó Toni Villanueva, el director, sobrepasa lo meramente religioso para dejarnos frente a ese sentimiento de hermanad, de familia, de enternecedora amistad que, aun más en Navidad, nos permite gozar juntos de ese espíritu que la música enciende y el corazón aplaude.
Este “A Gospel Christmas Celebration” que llenó el Darymelia en sus dos funciones, terminó con un “Oh happy day” que representó realmente lo que el público sintió y disfrutó durante la representación.

miércoles, 11 de diciembre de 2024

Una gran noche con RAPHAEL para los niños de PÍDEME LA LUNA.

 Una gran noche con Raphael para los niños de Pídeme la Luna. Mi pequeña crónica en DIARIO JAÉN.

El Teatro Infanta Leonor acogió ayer una gran noche. Y, además, en todos los sentidos. El título corresponde a una de las canciones de nuestro paisano Raphael y podemos extenderlo a esa sensación de deber cumplido cuando la Asociación “Pídeme la Luna” se involucra en un gran concierto tributo al cantante linarense que lleva la música a niveles estratosféricos. Nada mejor que unir la Luna con su música y, en especial, con la mirada, la voz y la presencia de unos niños que necesitan asomarse a la realidad cotidiana con la misma ilusión y alegría que todos sus compañeros y compañeras. Una gran noche, sin duda, fue la que nos ofreció, en beneficio de la asociación, la Gran Orquesta de Música Ligera de Linares interpretando los grandes éxitos de Raphael.
Y esa noche fue, además, un regalo en tanto en cuanto se dedicó a poder cumplir los deseos, ilusiones y sueños de los niños que acoge “Pídeme la Luna”, pacientes de la unidad de Onco-hematología del Hospital Infantil de Jaén. Cuando una representación de ellos subió al escenario al inicio del concierto se encontraron con el teatro prácticamente lleno aplaudiéndoles y ya al finalizar, cuando sonaban los acordes de la última canción, volvieron a subir y, en ese momento, la timidez dejó paso a la alegría y al “baile” entonando la despedida con una letra que resumía la acción de Pídeme la Luna: “Maravilloso corazón, maravilloso. No dejes nunca de soñar, yo te lo pido, ni dejes nunca de sentir las emociones. Maravilloso corazón, maravilloso, yo te agradezco tu amistad, tu compañía, por ser mi amigo en el dolor. Soy tan feliz cuando siento tus latidos. Quiero decirte que, sin ti, no sé qué haría”.
La asociación lleva como lema que la sonrisa de un niño es la mayor recompensa y se esfuerzan en alcanzar los deseos de los niños ingresados en el Hospital para que ese tiempo, que en ocasiones es muy largo, no les deje sin poder disfrutar de esos deseos, pequeños a veces, intensos en otras ocasiones, pero que conforman sus sueños y que, por tanto, no tengan necesidad de olvidarlos a pesar de su enfermedad. Llevan trabajando desde 2012 cuando una enfermera de esa unidad de Onco-hematología Pediátrica, Marisol Escribano, se dio cuenta de la importancia de mantener un apoyo a los niños allí ingresados para hacerles más fácil el tiempo de hospitalización y “cumplir sus sueños” como siempre proclama. Tal es el ímpetu de la iniciativa que ya se ha extendido al Hospital Virgen de las Nieves de Granada y también al Hospital La Fe de Valencia.
En múltiples ocasiones la asociación ha recibido menciones y galardones por sus actividades. La Sociedad Andaluza de Cancerología premió su proyecto “SOÑAR DESPIERTOS”; Nuestro Diario JAÉN les nombró Jiennenses del año en Valores Humanos; les distinguió la Orden de Caballeros Ballesteros de la Santa Vera Cruz del Rey Fernando III; La Junta de Andalucía en varias ocasiones les ha reconocido su labor como en “Familias con Coraje” o entregándoles la Bandera de Andalucía a los Valores Humanos y, por no hacer muy extenso el listado, el año pasado la Subdelegación del Gobierno les otorgó el Premio Constitución.
El nexo de unión entre sus actividades y el concierto celebrado ayer es el apadrinamiento de Raphael a la Asociación desde 2017.
Suenan aun los aplausos que generó la interpretación de más de treinta canciones originales del linarense en el escenario del Infanta Leonor. La Gran Orquesta de Música Ligera desgranó con fuerza, amenidad y ciertos toques de humor el repertorio del gran Raphael. Se da la circunstancia que con este concierto se da por finalizada la gira con el espectáculo “La Gran noche” que ha girado por España con gran éxito siguiendo otras propuestas como la música de México o canciones de los grandes musicales como Grease o El Fantasma de la Ópera sin olvidar sus conciertos navideños. La orquesta comenzó su andadura en 1981 de la mano de Mariano Luna, si director durante varios años y desde entonces recorre nuestra geografía con gran éxito como el obtenido en el Infanta Leonor con todo el público coreando, en este caso, las canciones más conocidas de Raphael.
La directiva de la asociación agradeció la cesión de teatro y todas las facilidades obtenidas por parte del Ayuntamiento y de la concejalía de Cultura, además de la colaboración de la Orquesta. Todo, afirmaron una y otra vez, en aras de la consecución de los sueños infantiles tal y como se indicó en un emotivo video con el que comenzó la velada.
Quizá otra letra coreada por todos nos da la pista final del objetivo a conseguir: “Que tengo el corazón en carne viva, que estoy sin vida. Haz amigo el favor de llevarme muy lejos de aquí. Haz amigo el favor, acompáñame a caminar por lugares lejanos y nuevos… Que tengo el corazón en carne viva…”
Y los niños y las niñas están ya más cerca de conseguir sus sueños, de sentir su corazón latir de alegría, de saber mirar hacia el futuro.

miércoles, 4 de diciembre de 2024

MARTIRIOS DOMÉSTICOS. Una exposición con Inteligencia Artificial en Salala Paca.

 Mi pequeña crónica, publicada en DIARIO JAÉN, sobre la exposición que se presenta en Salala Paca.

Martirios domésticos: Una IA interactiva.



¿Es la Inteligencia Artificial un peligro para el arte, para la cultura, para la inteligencia HUMANA? Preguntas estas, sin duda, que abren, o inciden, en ese universo que se nos antoja proceloso y oscuro y ante el que no siempre tenemos los instrumentos adecuados para su comprensión, uso y ¿disfrute?
Las posturas, como en todos los casos en que nos “invade” algo distinto, novedoso, que nos descoloca en todos y cada uno de nuestros establecidos y rígidos cánones, son distintas, divergentes, enfrentadas y, en el mejor de los casos, simplemente opuestas.
Es obvia la desconfianza que genera un método que puede sobrepasarnos e, incluso, suplantarnos. No obstante, su uso puede “domesticarse” y transformarse en herramienta útil en muy distintos campos siempre que nos pongamos de acuerdo en una serie de normas y directrices que permitan conjugar sus aportes con las directrices de quienes aplicamos esa “IA” en nuestras acciones y propuestas bien sean educativas, culturales o sociales.
Como colofón del ciclo EN FEMENINO organizado por el equipo de Salala Paca, la creadora, artista plástica y docente Esther Gámez Blánquez ha presentado la exposición interactiva “MARTIRIOS DOMÉSTICOS” en la que ofrece una serie de imágenes generadas por Inteligencia Artificial y en la que se invita a participar a través de una web diseñada al efecto a la que se accede con un QR allí disponible. Tanto público adulto como alumnos de distintos centros educativos han experimentado con las imágenes creando un “universo” irreal pero cercano en el que se plasman esas sensaciones que el lema de la exposición suscita en los participantes. El subtítulo de la propuesta, “Mujer, hogar y publicidad” ya nos impulsa a sumergirnos en los, a veces, difíciles roles desempeñados, impuestos o asumidos por las mujeres en ese tema que se les ha supuesto siempre como ligado a su propia naturaleza: el hogar, la casa y el cuidado de los hijos y marido.
Jugando tanto con las ideas previas, prejuicios, etc. como con lo que la propia experiencia puede sugerir, las imágenes presentadas por la artista y las generadas por el público muestran un horizonte que, a pesar de parecer onírico, inyecta en la mirada, conciencia y sentido de quien las observa e incluso de quien da las “instrucciones” al sistema, es absolutamente inquietante. Realidades paralelas por las que, sin embargo, podríamos pasear cotidianamente, se nos aparecen distorsionadas en parte, pero claramente identificables y ligadas a ese martirio a que hace referencia el título de la exposición.
Mujeres que luchan en una batalla de la que, en ocasiones, no son conscientes o asumen como inherente a su condición. Mujeres que, incluso en actitudes reconocibles, “posan” con un rictus subyacente que las hace víctimas a la vez que, se diría, son dueñas de una situación en la que las hemos incluido provocando su reacción y la nuestra.
Un recorrido por las obras expuestas genera cierta zozobra en tanto en cuanto reconocemos lo que vemos y sabemos que responde a nuestra instrucción a la IA pero, también, nos atemoriza descubrirnos tras el sistema como inductores que proyectan en la imagen sus propias inquietudes, sus “monstruos” hacia, por y para esas mujeres que nos miran a través de las pantallas o expuestas en la pared.
Esther Gámez nos permite estar de un lado y del otro. Ser espectador y artífice. Diseñador y corrector todo a un tiempo mientras alienta nuestro espíritu creador con el visionado de un documental con distintos spots publicitarios que nos retrotraen a imágenes que hoy nos escandalizan pero que han sido, y en muchas ocasiones siguen siendo, señal y guía del trato recibido por la mujer a lo largo de los años en cuanto a su relación con el hogar y su trabajo en el mismo. Un ameno y clarificador dialogo sobre esta recopilación publicitaria ha constituido una parte importante del acto de presentación de la propuesta en la que los asistentes han reconstituido y traído a la luz, a base de sus propios recuerdos, el panorama en el que vivieron las generaciones anteriores de mujeres incluso de sus propias familias.
Por una vez la IA parece jugar a nuestro favor como elemento creativo al que tenemos que inyectar datos y propuestas que solo responden a nuestra idea y no a la del sistema o, al menos, somos nosotros quienes lo manejan con ánimo creativo y sin vislumbrar ninguna de esas opciones “oscuras” que se tiende a adjudicarle.
Esther Gámez, profesora en la Escuela de Arte José Nogué, ha expuesto sus obras en múltiples galerías y centros culturales de Andalucía, Zaragoza y Madrid sin olvidar sus exposiciones en Jaén en el Archivo Histórico, la Diputación Provincial, el Castillo de Santa Catalina, el Museo de Bellas Artes, el Colegio de Arquitectos o salas como la de La General, Fausto Olivares o Malevaje.
Una vez más es de agradecer el esfuerzo del equipo de La Paca, comandado por Carmen Gámez , en ofrecer un amplio abanico de propuestas que completan el círculo de la cultura con el teatro, la pintura, el arte y distintas mesas de dialogo y encuentros con autores.

Un QUIJOTE "en negro"

 Hace unos días, en Diario JAEN, se publicó mi texto "Un QUIJOTE “en negro”. Y aprovechando el paso por la Salala de ese Quijote, di un repasillo por los Teatros negros que pululan por esos mundos y con los tomé contacto en Praga precisamente, la cuna de esa expresión artística. También lo disfruté con mis chavales jabalquinteños en esos viajes que tanto nos gustaban y que completaban la labor curricular de forma divertida y amena.

Os lo dejo;



UN QUIJOTE "EN NEGRO"
Los personajes, títeres, marionetas, que cobran vida frente al negro fondo de un escenario aportan ese toque de magia irredenta que, más allá de las manos o cuerpos que les insuflan latido y movimiento, nos dejan soñar, tal vez como niños que fuimos, con un mundo en el que todo es posible y en el que los mecanismos, más o menos ocultos o directamente visibles, forman parte de la ensoñación y lejos de arruinarla la reflotan para dejarnos navegar por ella.
Mi primer encuentro con el llamado “teatro negro” fue, precisamente, en una de sus cunas primigenias, en el Staré Mesto (la Ciudad Vieja) de una Praga recoleta en la que se nos apareció, calle Karlova, el DIVADLO THEATRE BLACK LIGHT TA FANTASTIKA. Y allí, la luz jugó sus cartas venciendo al negro o haciéndolo cómplice del esplendor de la historia imaginada. Difícil olvidar aquella representación a pesar de los años transcurridos.
Poco después, en una de esas locas aventuras en las que nos sumergimos los docentes para guiar a un grupo de adolescentes de hormona en ristre a través de las atracciones de Port Aventura tratando de olvidar, o complementar, las páginas curriculares, dimos con el Templo Mágico en la zona de China. De nuevo el negro. De nuevo la luz. Y en esta ocasión disfrazada de mar, de aire, de pájaros que te revolotean, gusanitos que huyen de los anteriores, peces que flotan al alcance de tu mano…
El teatro negro y sus propuestas de similar calado tienen, por añadidura, un lenguaje universal, la música, el ruido. Y así pueden disfrutarse allende fronteras y lenguajes. A pesar de que nace en la Europa central sus representaciones se han extendido mundialmente. Conocidas son, por ejemplo, la Kompanía Romanelli de Uruguay dirigida por Martín López Romanelli que no hace demasiado pasó por Madrid con “El truco de Olej”; Iru Teatro Negro con “El soldadito de plomo”; El Espejo negro, de Ángel Calvente, con 35 años de escenarios a sus espaldas y obras como “La vida de un piojo llamado Matías” o “El fantástico viaje de Jonás, el espermatozoide”; los aragoneses “Teatro de Medianoche” con “El pirata que quiso conquistar la Luna” o los “SeRes Uhmonos”; la compañía sevillana BlackonBlack, cuyos espectáculos están representados por personas sin empleo en peligro de exclusión social o las gentes de Cachiporra Teatro en una listado muy incompleto pero que da idea de la extensión de este tipo de propuestas.
Estos días, en la Salala Paca de nuestra capital, la compañía BAMBALINA TEATRE PRACTICABLE, nos ha regalado una propuesta que no es exactamente teatro negro pero que se le acerca ostentosa, agradable y exitosamente. En ese fondo de negrura teatral, solo “disimulado” por la luz de unas velas, nuestro personaje más universal, aquí despojado de título, apellido y otros tratamientos, pasa a ser sencillamente QUIJOTE.
No escuchamos sus palabras, o mejor, sí que nos llega su lenguaje, sus gritos, sus lamentos, pero con palabras cabalísticas, abstrusas, acaso tan oscuras como el paisaje por el que se mueve. Le vemos cabalgar, soñar, dormir, pelear, interaccionar con un Sancho que parece no comprender del todo lo que sucede a su alrededor mientras sus dos “valedores”, aquellos que hacen de “alma, corazón y vida” de los títeres, nos muestran sus caras con el gesto que la marioneta ofrecería si su rostro fuese maleable o se la cubren cuando la acción pasa a terrenos ensoñados o nos muestra una parte interior de los personajes. Y todo ello aderezado por la lucha de lo real con lo supuesto, de lo pensado con lo palpable, de lo irreal con lo cercanamente visible. Ese paso de molino de viento a paraguas agujereado, de Clavileño volador a jaula de galeotes, de Dulcinea hecha luz de Luna a lágrima suspirada en el lecho final, ese movimiento de pulsos de madera y sangre hace de la representación un continuo de inquieta zozobra aun conociendo de sobra el trasiego por el que los personajes avanzan en su inmortal legado.
Quizá ese recoleto espacio de la Salala Paca es el escenario ideal para, en la cercanía, inmiscuirnos de forma completa en el ir y venir del títere y, acaso, sentir que la varilla que lo impulsa nos mueve también dejándonos presos, como a él, en la locura de las caballerías, en el supremo vuelo del amor, en la aquiescencia de que lo imaginado es lo que brilla ante nosotros.
Leyendo en la documentación del espectáculo de Bambalina que la obra ha sido premiada “a todo lo largo y ancho de este mundo”, léase Rumanía, Cuba, Polonia, amén de circuitos más cercanos como el de Almagro y sus propuestas de teatro clásico, nos queda la certeza de que los clásicos siguen vivos aun con corazón “de madera” y que la literatura, en íntima cohabitación con el teatro, nos muestra el sendero por el que avanzar en el horizonte de la cultura. La compañía, que precisamente celebra en estas fechas su 40 aniversario volviendo a representar este QUIJOTE que hemos disfrutado en Jaén, lleva en su repertorio títulos como La Celestina, Hamlet, Edipo y otros clásicos con los que ha alcanzado premios en distintos certámenes incluyendo el Max, los Arts Escéniques Valencianes o el del Festival de Sagunt.
Como en otras ocasiones no queda sino felicitar a La Paca por sus iniciativas con este tipo de obras de formato pequeño que, quizá, no serían acogidas del mismo modo en otro tipo de espacios escénicos.
De hecho, este nuevo ciclo de Teatro Clásico nos ha ofrecido ya -y con gran éxito- una adaptación del MIO CID (Teatro del Finikito) o FRANCISCA, una aproximación a la historia de Francisca de Pedraza, la primera mujer que consiguió una sentencia favorable por violencia de género allá por el siglo XVII en un montaje de Producciones 099 llegada desde el Festival de Almagro y a la que dediqué una semblanza en otro de mis artículos en Diario JAÉN.
Siempre hay vida detrás de un telón. Quizá es la nuestra…

viernes, 29 de noviembre de 2024

FRANCISCA DE PEDRAZA, UNA PIONERA DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO EN EL SIGLO XVII

 Mi artículo en DIARIO JAÉN ayer jueves.


Francisca de Pedraza.
Una pionera contra la violencia de género en el XVII.
Francisca, un nombre de mujer. Sencillo, de los que han ido superando la barrera de los siglos permaneciendo ahí, fijo, en los registros de las niñas nacidas. El apellido ha ido cambiando y definiendo épocas, familias, avatares históricos, dinastías y cualesquiera otras metas volantes de la historia.
Hoy vamos a detenernos en el siglo XVII y en una Francisca que vivió en tierras castellanas, en Alcalá de Henares concretamente. Su apellido, “de Pedraza” quizá no nos dice nada si no incidimos en todo lo que vivió, sufrió y significó en aquel tiempo en que la ley, las costumbres y la concepción de ser hombre y ser mujer tanto se diferencian de las actuales. O, quizá, no tanto, si atendemos a ciertos comportamientos que florecen a nuestro alrededor. Nos paramos frente a su estampa y nos dejamos mecer por su recuerdo en una fecha significativa: 25 de noviembre. Es decir, el día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer.
Un telón, el de Salala Paca, nos ha dejado mirar por las rendijas de la historia para darnos de bruces con la vida de Francisca. El montaje, de Producciones 099, se nos ha presentado en ese híbrido que podríamos llamar “teatro leído” y que permite al espectador vestir y dejar moverse a los actores al ritmo y manera que su percepción les ofrece. La ropa de calle se deja caer a los pocos instantes del comienzo para mostrarnos, de la manera que cada espectador decide, los ropajes, tocados, mantos y complementos con que el siglo XVII nos abduce. Y los textos fluyen en mitad de una casa, de un convento, bajo el rumor de un árbol, escuchando en un “a lo lejos” soñado el sonido del mar o en los áridos estrados de una corte de justicia.
Francisca se nos muestra, en el inicio, como esa joven inquieta que vive y sueña con el mundo que existe más allá del convento en que vive, huérfana y al amparo de la comunidad. Pero pronto, cuando la edad supuestamente se lo permite, será entregada, en toda la extensión de la palabra, a un hombre, a un marido, a un tal Jerónimo de Jaras, con el que ella imaginó desarrollarse como mujer, como persona, más allá de los muros conventuales. Sabemos que no fue así. Por el contrario, aquel marido le hizo ver la cruel que podía ser, en realidad, la vida para una mujer. Golpes, insultos, violaciones y todo tipo de malos tratos fueron el cotidiano devenir de su matrimonio. Y todo ello con la más total impunidad para el agresor ungido por el sacramento matrimonial. Cuando ya no pudo soportarlo más tomó una decisión. Y no fue huir ni dejarse morir. No. Acudió a la justicia. Algo muy poco usual en la época. Recorrió todos los estamentos judiciales, de la ordinaria a la eclesiástica e incluso, finalmente, a la universitaria. Y allí en aquellas instancias mostró su rostro y su cuerpo repleto de golpes, hematomas y huellas, en fin, del maltrato recibido. Sabía que la justicia, el mundo entero, estaba diseñado por y para los hombres, pero no se dejó vencer.
Una y otra vez las sentencias terminaban con unas recomendaciones al marido agresor que solían recoger términos como honestidad, amor, consideración… y que condenaban en realidad a Francisca a volver al infierno del hogar, a seguir sufriendo junto a Jerónimo, su marido. De nada servía que apelara a su condición de madre o la constatación de que algún embarazo se malogró, precisamente, por los golpes recibidos.
Cuentan que, en un último intento de recuperar su libertad y su dignidad como mujer y persona, solicitó una cédula del nuncio del Papa en España para cambiar sus peticiones a otra jurisdicción, la universitaria.
Y allí, tras el fracaso de la justicia ordinaria y la eclesiástica, en la Universidad de Alcalá, se desarrolló un nuevo juicio pidiendo el divorcio. Al frente del tribunal se encontraba Álvaro de Ayala, famoso rector de reconocida solvencia. Y, casi milagrosamente, en 1624, tras un triste, doloroso y cruel recorrido, Francisca de Pedraza obtiene la sentencia que esperaba: divorcio y devolución de la dote junto con una orden de alejamiento que indicaba que “prohibimos y mandamos al dicho Jerónimo de Jaras que no inquiete ni moleste a la dicha Francisca de Pedraza, por sí ni por sus parientes ni por otra interpósita persona”.
Sentada en aquel estrado, la mente de Francisca volvió a 1614 cuando quiso huir del convento, pero él la llevó de vuelta al hogar mientras la justicia le decía que solo debía pegar a su mujer lo necesario para que fuese obediente.
Cuatro años más tarde, siguió visionando en su recuerdo, presentó el caso ante el Corregidor de Alcalá, pero nada consigue salvo que el confesor le recomiende resignación cristiana. En 1620 va al Palacio Arzobispal, pero se le deniega la petición de divorcio. Las lágrimas recorren su rostro al recordar que dos años después, embarazada de nuevo, es golpeada a patadas con tal fuerza que el feto nace violentamente y cae a la acera. Nada consigue al plantear esta situación a pesar de los testigos que aporta a la causa.
Francisca miró, en mitad de esos recuerdos, y en la sala del juicio, a Jerónimo que le devolvió la mirada con tintes de odio. De hecho, no conforme con la sentencia y sabiendo que el rector dejaría el cargo en un año, recurrió la sentencia pasado ese tiempo aunque el nuevo rector, Dionisio Pérez Manrique de Lara, confirmó la sentencia.
Este caso fue el primero. Francisca fue la primera mujer en conseguir una sentencia favorable de divorcio por lo que hoy llamamos Violencia de género. Su historia se ha recordado en multitud de publicaciones, obras de arte e incluso en una suite orquestal amén de llevar su nombre el “Premio Francisca de Pedraza contra la violencia de género”.
El estreno de FRANCISCA en un día tan señalado ha sido, sin duda, una propuesta valiente y que nos hace ahondar en nuestra postura como sociedad ante este tipo de situaciones ante las que no siempre hemos sabido reaccionar como deberíamos. Tras el telón, tras el teatro, siempre hay una pincelada que nos hace pensar. Y, en esta ocasión, especialmente. Gracias a Carmen Gámez por programar la obra y continuar con el programa EN FEMENINO con propuestas de gran calado.

domingo, 17 de noviembre de 2024

¡NO MUERAS, BIBLIOTECA!

 Hace algunos días se celebró el Día de la Biblioteca aunque poca "algarabía" creó la efeméride en los medios. Ayer sábado, en mi columna de Opinión en DIARIO JAÉN, la "Biblio" era la prota absoluta.

Os la dejo.



¡No mueras, Biblioteca!
En mis muchos años de idas y venidas por esas aulas, colegios y escuelas, recuerdo haber gestionado, echado a andar o reorganizado varias bibliotecas escolares en mis destinos docentes. Una labor, a veces ingrata, otras de fervoroso gozo y la mayoría de lucha por mantener vivo el afán lector en el alumnado que, en ocasiones, tenía más a mano otras maneras de “diversión” no siempre compatibles con los objetivos curriculares o, en especial, con su proceso formativo.
Volvería a sumergirme en aquellos planes en los que colaboré activamente como el llamado “Lectura y Biblioteca” o las campañas “Leer, la mejor lección de tu vida”, “Damos la cara por los libros” o aquellas fantasías de ser “los niños libro” o subirnos todos al “AVE lector” recorriendo las aulas invitando a la Biblioteca. Ahora, sin embargo, aunque no debamos generalizar, las bibliotecas escolares, e incluso las públicas, nacionales o municipales, están atravesando un particular desierto al que las han encaminado ora los recortes presupuestarios, ora la influencia de las redes y la información destilada en los entresijos de internet. Un periódico nacional titulaba recientemente “¿Hacia un país sin Bibliotecas?” y la sola lectura de esa interrogación ya nos deja un irrefrenable poso de amargura e impotencia. El titular continuaba y no precisamente dando un toque positivo al tema: “La crisis silenciosa de un servicio esencial”. Al menos se certifica que una Biblioteca es un servicio prioritario, sustancial y básico en el ámbito cultural de una comunidad.
Me asalta la archiconocida frase de Borges afirmando que “soy incapaz de imaginar un mundo sin libros” a la que añado “ni sin lectores, ni sin Bibliotecas”. Al parecer existe una normativa en el régimen local que impone a los municipios de más de 5.000 habitantes un parque, un sistema de tratamiento de residuos y… una biblioteca. Como en otros muchos aspectos de leyes aparentemente favorecedoras para el crecimiento personal del ciudadano, no solo hay que “obligar” a que exista la biblioteca, sino que se necesita una dotación económica suficiente, un sistema de “publicidad” que la acerque a los lectores y, aunque este punto suele olvidarse, un personal preparado para su funcionamiento real práctico. No solo se necesita un funcionario que abra y cierre las puertas y vigile las entradas y salidas de los volúmenes consultados. Es necesario que esa persona anime, favorezca, aliente, estimule e incite a la lectura y a la búsqueda de la información exponiendo posibilidades, temas, sugerencias, etc. Muy pocas cuentan con este tipo de personal y si existe se le considera más bien un auxiliar de servicio en lugar de alguien íntimamente ligado al desarrollo educativo y cultural del centro o de la comunidad.
Es obvio que las Bibliotecas deben, lógicamente, adaptarse a los tiempos y convertirse en lugares esenciales para el aprendizaje y la cultura introduciendo en su funcionamiento aspectos que les hagan relevantes en tanto en cuanto promuevan distintos cauces de acceso a la información en todas sus facetas. ¿Y si se convirtieran en una especie de reducto de confianza en el que ofertar claves para enfrentarse a la desinformación, la manipulación o el desamparo de la cultura en general como lugares de encuentro y colaboración?
No podemos dejarlas morir.

viernes, 15 de noviembre de 2024

"MIQUIÑO MÍO DEL ALMA" (GALDÓS ENAMORADO)

 Se asomaba este pasado jueves a DIARIO JAÉN mi artículo sobre Galdós y Emilia Pardo Bazán al hilo del estreno de GALDÓS ENAMORADO. Os dejo el texto.




“Miquiño mío del alma”
(Doña Emilia y don Benito, amores con sobre y sello)
El escenario del Infanta Leonor nos ha permitido adentrarnos en el universo enamorado “por correspondencia” entre doña Emilia Pardo Bazán y don Benito Pérez Galdós. Sus cartas, sus emociones escritas, soñadas y viajeras de buzón en buzón, han dado forma, de la mano de Alfonso Zurro -aun recordada su visita a la Salala Paca con motivo del estreno de una de sus versiones de Shakespeare, “La violación de Lucrecia”- a un entramado totalmente teatral en el que los actores son los actores y no los personajes. Dicho así suena a trabalenguas, pero he ahí la magia de esta propuesta, de este artificio si queremos definirlo así, que juega con el “teatro dentro del teatro” al más clásico de los estilos.
Las cartas, el tercer personaje si pensamos en que los protagonistas son dos, Emilia y Benito, Benito y Emilia, van y vienen en una lectura incandescente que huye de la posible indiferencia y aúna lo escrito con lo real, lo pensado con lo trasladado, la letra con el espíritu que la conforma. Aunque prácticamente solo conservamos las cartas de ella, su lectura nos da idea de las respuestas y de esa relación íntima en el sentido literario y en el personal que mantuvieron.
Se publicaron recopiladas en un libro y, en muchas ocasiones, los medios se han encargado de dejarnos “con la miel en la boca” ofreciendo pequeñas pinceladas como esta que no me resisto a compartir: “Miquiño, mi bien: me están volviendo tarumba tus cartitas. Creo que jamás escribiste con tanta sencillez, con una gracia más bonita y más tierna. No sé las veces que he leído esta última epístola, ni el bien que me hizo, ni cuánto se me humedecieron los ojos... Un beso del fondo del alma” (…//…) “Pánfilo de mi corazón: rabio también por echarte encima la vista y los brazos y el cuerpote todo. Te aplastaré. Después hablaremos dulcemente de literatura y de la Academia y de tonterías. ¡Pero antes morderé tu carrillito!”.
Cierto estremecimiento “jocoso” puede sacudirnos al imaginar la oronda figura de doña Emilia “aplastando” como bien dice, a don Benito. Unos juegos a los que la palabra nos ilumina y nos acerca dejándonos exhaustos. De ese ir y venir de sensaciones tratan las conversaciones de Emilio Gutiérrez Caba y María José Goyanes en el escenario. Zurro nos lo apunta: “Quizá esto sólo sea un sueño, un sueño en el que hemos colocado a Don Benito Pérez Galdós y a Doña Emilia Pardo Bazán para que dialoguen, charlen, y nos cuenten cosas sin los encorsetamientos de fingidos realismos decimonónicos. Un sueño para trasladar al espectador actual por el ayer, el hoy y el mañana de nuestros protagonistas. ¿Qué será de ellos dentro de cien o doscientos años? Imaginemos... Soñamos, y sabemos que Don Benito y Doña Emilia se amaron, nosotros también amamos su literatura, su historia, esa pasión oculta, imposible, en una España pueblerina, caduca, manipulada, preocupante…
Zurro nos invita, con su dramaturgia, a jugar, además, con el tiempo, con ese momento en que la narrativa puede saltar sobre él, desdoblarlo, ir y venir, incluso llevarlo al otro lado del imaginario y disfrutar con los personajes, con los actores, con nuestra propia percepción de lo sucedido, de lo imaginado, de lo real. De hecho, no nos enfrentamos a una propuesta literaria en el más cerrado de sus conceptos. Por el contrario, nos llega un lenguaje coloquial que huye de artificios como antes indicábamos. Las voces, los sentimientos, la realidad, se impone y los “enamorados” dan rienda suelta a lo que piensan, opinan y exclaman, todo en un ambiente de cordial encuentro en el que, quizá influenciados por su imagen y por ese prejuicio que arrastramos al conocer su biografía, su lenguaje y su empaque, es Emilia quien parece más potente y “arrebatadora” frente a un Benito más apagado o menos apasionado. Probablemente es solo una sensación ya que ambos personajes, y ambos actores, no lo olvidemos, impregnan de magistral forma el texto, lo que significa y lo que nos traslada.
Hay, también, ventanas a la historia que los rodeó. El Pazo de Meirás, por ejemplo, acabó en manos de Franco y su esposa, doña Carmen, y ese detalle no pasa inadvertido en los diálogos dejándonos un poso de hilarante descanso entre la seriedad que se supone a aquella relación que, no lo olvidemos, encajaba poco en la sociedad del momento, poco dada a esa libertad que transmiten las cartas de las que trata la obra. Por cierto, corre un rumor sin posibilidad de confirmación que afirma que las cartas que Benito escribió a Emilia no aparecen ya que… tachin, tachin… las quemó Carmen Polo escandalizada cuando llegó al Pazo. ¿Pudo ser? Tal vez.
Los actores tras los personajes no nos son desconocidos. Los empezamos a conocer, los que ya peinamos la edad suficiente, en aquellos Estudios 1 de la Tele en blanco y negro. Tanto ella como él venían, vienen, de familias de renombre en los escenarios y han compartido cartel en muchas ocasiones. Incluso en las pantallas. Me viene a la memoria su imagen de jovenzuelos en aquella película, “Los chicos del Preu” que, por obvias razones, muchos recordarán e incluso se verán reflejados en los estudiantes, que incluían incluso a nuestra Karina y a Camilo Sesto, enfrentándose al catedrático “hueso” de turno.
Pero volvamos al escenario. Ese “metateatro” o “neolectura teatral”, como denominan los críticos a este tipo de montaje, nos ha dejado ese ensayo previo a lo que sería el verdadero espectáculo con Marta Gutiérrez-Aba como introductora. Y, gracias a Alfonso Zurro, hemos podido imaginar dónde estarían hoy Emilia y Benito y cómo habría evolucionado esa relación que nos queda corta, por cuanto solo conocemos “las palabras enamoradas” de una de las partes del dúo. Quizá, haciéndonos uno con ellos, nos dejamos llevar por su “inocente esperanza” de que lo que tuvieron que soportar, machismo, maledicencia, hipocresía, se haya disipado con el paso del tiempo. ¿Ha sido así? Se admiten opiniones.

lunes, 11 de noviembre de 2024

¡Quiero ser TEATRO!




Me acabo de dar cuenta. Quiero estar ahí arriba. Ese es mi sitio. O lo será. Quiero mirar frente a frente a las butacas, oír respirar a quienes las ocupan, saber que están observándome, atentos a un texto que les traslada emoción. Quiero pisar las tablas y escuchar el leve crujido que las hace gritar en silencio tras tantos años sirviendo de balcón hacia dentro y hacia fuera. El escenario es algo más que un cubículo de solo tres paredes. Tiene una cuarta que, dicen, es de cristal transparente pero que, a veces, se vuelve translúcido y otras opaco. Es el ojo del espectador quien lo transforma a su libre albedrío, a golpe de sus propias vivencias, de su forma de ser y de entender lo que le rodea. Un texto, una dramaturgia, un poema escénico lo es en tanto en cuanto despierta el alma apagada de quien se acerca a sentirlo, disfrutarlo, sufrirlo, digerirlo. Y yo quiero ser quien provoque todo eso en la mirada, el latido, la respiración de quién llega ante mi y toma asiento dispuesto a vivir a mi través durante los minutos que van desde que el telón se levanta hasta que vuelve a caer. Ese tiempo no me pertenece a mi ni a ellos. Es el tiempo del teatro, de esa realidad alternativa, distinta, imaginada, que solo ahí funciona, solo ahí existe. Yo quiero ser teatro. Y os invito a verme, a haceros uno conmigo, a dejar que vuestro propio telón se levante y os deje ser otro. ¿No quieres ser tú también teatro?



Entre tumbas anda "el juego" (Noches de Santos y Difuntos)

 Como todos los SANTOS tienen octava -ya lo dice el refranero popular- ayer domingo se hacía eco DIARIO JAÉN de mi artículo ENTRE TUMBAS ANDA "EL JUEGO" en relación con las noches de Santos y de Difuntos que hemos vivido no hace demasiado.

Os lo dejo.

Entre tumbas anda “el juego”
(Noches de santos y difuntos)
Pocos lugares existen que conciten tal cantidad de sentimientos, estímulos, nostalgias y recuerdos que un cementerio. Esa última morada para la que ya nacemos con el billete de ida preparado se nos antoja un lejano horizonte al que es largo y complicado llegar pero la vida, ese ingrediente básico para realizar el camino, ese dual espejismo que nos hace mirarnos en la futura lápida de epitafio soñado, nos permite circunvalar la senda e ilusionarnos con las pequeñas o grandes historias que nos harán llegar, bien con la frente alta y la conciencia fragante, bien con el ánimo engatusado por el deslumbre de lo absurdamente fútil.
De una u otra forma la llegada a ese escenario tras el que el telón ya no vuelve a levantarse sirve a menudo como espejo que, precisamente sobre las tablas del teatro o en el fulgor lumínico de las pantallas, nos enfrenta a una realidad endulzada o enrabietada en la que nos resistimos a ser protagonistas, pero en la que jugamos al despiste con guiños que nos acercan y alejan a la vez al futuro más o menos cercano que mora, eterno, tras las puertas de los cementerios.
Vagabundear entre tumbas, recorrer nichos y lápidas, dialogar con el ausente, ofrendar flores al recuerdo… son actividades propias de los camposantos y, como tales, han formado parte de guiones, textos y dramaturgias varias a lo largo del tiempo.
Ahondando en la memoria me asalta la visión de aquel panteón descrito por Antonio Gala en “Los verdes campos del Edén”. Un lugar de encuentro, de algarabía, por el que se van asomando personajes de muy diverso desarraigo llamados por Juan que, buscando la tumba de su abuelo, toma posesión de la misma sintiendo que solo a esa tierra puede llamarla suya.
Otra escena mítica nos lleva al viejo oeste americano, aunque no hayamos salido, para filmarla, de Burgos. Estamos ya escuchando la inmortal banda sonora de Ennio Morricone y vemos llegar a tres personajes, Clint Eastwood, Eli Wallach y Lee Van Cleef, es decir, “El bueno, el feo y el malo” y el cementerio de Sad Hill huele a pólvora recordando, por su circular emplazamiento, al fragor de los gladiadores en el coliseo romano.
Si cambiamos a Morricone por Jerry Goldsmith nos encontramos con “La profecía” y con una escena “de cementerio” de las que quedan grabadas en el subconsciente quizá como la de Poltergeist, fruto de construir sobre un antiguo cementerio. Si de música hablamos no podemos obviar “Thriller” de Michael Jackson y su fantasmagórico videoclip. Los primeros compases son inolvidables ( It's close to midnight and something evil's lurking in the dark under the moonlight you see a sight that almost stops your heart. You try to scream…) y nos llevan al otro gran grupo de asiduos de noches de difuntos: zombis, aparecidos, fantasmas y otros ectoplasmas dispuestos a hacernos ¿sufrir? ¿disfrutar? en Halloween, noches de difuntos y, en nuestra tierra, también de “todos los santos”. Tampoco olvidemos a Coco y su paseo por la “Tierra de los Muertos” guitarra en ristre mientras volvemos a ser niños de nuevo.
Recogidos ya en la cercanía que nos permite respirar con la tranquilidad de lo conocido, llegamos al escenario de la Salala Paca y nos damos de bruces con el “Tosantos Cabaret”, una visita a la tumba materna que deviene en jarana festiva. Beli Cáceres, de Lunátika Atarazana, se enfunda la piel de Julieta, hija de una difunta Beatriz, que se enfrenta entre risas, reproches, confesiones y deseos a su propia existencia, a cómo la imaginó, cómo es realmente y cómo desearía vivirla.
La música y el baile se apoderan del espectador que, por el arte de la magia de la fecha y la hora, pasa a ser uno de los habitantes del camposanto y que, son “reconocidos” por una asombrada protagonista que pasea entre ellos recuperando anécdotas vividas o soñadas.
Todo sucede en el intervalo de una noche que aprisiona a Julieta en el cementerio al cerrarse las puertas y no permitirle salir mientras su “querido” esposo pugna por escapar, al bar de la esquina, y zafarse del cuidado de los niños.
Un detalle que nos recuerda que la obra, subtitulada “Tragicomedias de mujer” da paso al ciclo EN FEMENINO que se desarrolla en la mencionada Salala Paca y que nos deparará -y nos ha deparado- obras como “LA CURIOSA VIDA DE MADAME CURIE Y OTRAS MUJERES DE CIENCIA”, entre ellas Hypatia de Alejandría, original de Tomás Afán y codirigida por el autor y por Carmen Gámez con la interpretación de Vivi Alcántara y Carlos Aceituno o “FRANCISCA”, la agitada vida de Francisca de Pedraza, que ya en 1624 consiguió un veredicto de violencia contra la mujer por parte del Tribunal de la Universidad de Alcalá, interpretada por Elena Rey tras su paso por el Festival de Teatro Clásico de Almagro. Además, se ha proyectado el documental FEMINAS: MUJER, MINERÍA Y DESGARRO, dirigido por Luisje Moyano dedicado a las mujeres mineras de la zona de El Bierzo.
La programación de la Sala incluirá próximamente nuevas propuestas del Festival de Teatro Clásico que ya presentó a DON JUAN TENORIO y que traerá al escenario jiennense una sorprendente versión que del QUIJOTE presenta Bambalina Teatre, que ya ha obtenido diferentes distinciones en Polonia, Rumanía o Cuba en sus giras mundiales. Finalizará noviembre con un nuevo acercamiento al MIO CID por la compañía madrileña Teatro del Finikito. El telón no para de trabajar.
(En la imagen, Beli Cáceres en un "imaginado" momento de la representación)