domingo, 12 de marzo de 2017

JAÉN, LA ATLÁNTIDA, LA DESIDIA Y EL OLVIDO.


JAÉN, LA ATLÁNTIDA, LA DESIDIA Y EL OLVIDO.

Hoy, dentro de ese pequeño –muy pequeño, casi diminuto- terremoto que las teorías de Georgeos Díaz-Montexano, experto en Atlantología y responsable del documental de National Geographic sobre Marroquíes Bajos, producido por James Cámeron, en el que defiende su teoría de que la Atlántida podría tener raíces en nuestro Bulevar de Jaén, el diario JAÉN, de la mano de Manuela Rosa Jaenes le dedica una amplia entrevista. Insiste en ella Georgeos en afirmar que este yacimiento es un lugar único en el mundo.
¿Cómo nos quedamos? Pues como jaeneros que somos, igual. Poco nos animan esos descubrimientos. Como tampoco nos anima o nos enerva que nos quiten conexiones ferroviarias, que el tranvía se oxide paulatinamente en su olvido culpable o que nuestros aceites se vean destronados por otros con más “mala idea” por decirlo de algún modo. En Jaén somos así. Ya se sabe.
Dice Georgeos que “de todos los poblados del Calcolítico hallados hasta la fecha del tipo de recintos circulares y fosos, Marroquíes Bajos es, de momento, el único donde se ha podido probar que se excavaron fosos de mayor profundidad que fueron preparados para contener agua” Y eso significa que “coinciden con los diseños urbanísticos de la civilización Atlántica —según vemos descrito en el Critias de Platón—, de tal forma que se alternaban con espacios inter-fosos como anillos de tierra sobre los que se asentaban viviendas y otro tipo de edificaciones. De todos los poblados de recintos y fosos, solo el de Marroquíes Bajos parece haber tenido un diseño circular concéntrico casi perfecto, como si hubiera sido trazado al compás. Exactamente eso es lo que se dice de la capital de Atlantis en el mismo texto del Critias o el Atlántico”.
Y ahora vas y lo cuentas. Claro que como es en Jaén donde se oye, pues que, nada, que por un oído... y por otro...
Otra apreciación del Sr. Díaz-Montexano que debería ponernos los pelos como escarpias: “Si esta ciudad Calcolítica de Marroquíes Bajos hubiera sido hallada bajo las aguas del Atlántico, cerca de Cádiz o Huelva, o incluso bajo las arenas o marismas de Doñana, al igual que sucedió con Troya, nadie dudaría hoy en día, ni siquiera en las Universidades de mayor prestigio, de que se trataría de la misma ciudad que inspiró la leyenda histórica de la Atlántida” . La zona de “Marroquíes Bajos sería una capital del interior de la llanura Bética, una ciudad hermana de la metrópolis de Atlantis que estaría en el Atlántico. Puede incluso que Marroquíes Bajos, o la Primigenia Jaén, fuera la capital de alguno de los diez reinos de la Atlántida que se describen en el Critias, aunque no podamos saber cuál de ellos exactamente”.
Ya con solo leer semejantes afirmaciones le dan a uno ganas de sentirse “atlante” y de darle un abrazo de oso al amigo Georgeos sin pararse mucho a rumiar algunos comentarios descalificatorios al respecto. Que haberlos, haylos. Continúa nuestro “ángel custodio de la historia” afirmando que... “pobre del político, funcionario, científico o arqueólogo que intente oponerse a lo que el pueblo está exigiendo, que el sitio de Marroquíes Bajos sea definitivamente salvado de la especulación urbanística moderna y, acto seguido, reconvertido en un verdadero bien socio-cultural en un legado que debe ser conservado y trasmitido a las nuevas generaciones, con independencia de que haya tenido que ver, o no, con las bases históricas que dieron origen a la leyenda de la Atlántida”
Todo ello, claro, lo afirma porque no nos conoce. No sabe de la desidia que nos atenaza, de la desgana con que observamos lo nuestro, de ese “mirar hacia otro lado” que nos caracteriza. Como bien afirma Juan Espejo en su crónica, el único elemento que nos ha permitido poder seguir observando esos restos es, sola y exclusivamente, la falta de “dineros” –típica expresión jaenera- con los que levantar y construir sobre ellos. Por una vez habrá que bendecir la denostada crisis si nos ha permitido, al menos por un tiempo, poder disfrutar de estos recuerdos de nuestro pasado remoto.
Los viejos atlantes giennenses se habrán removido en sus olvidadas tumbas mientras sueñan con feroces excavadoras que revienten su paz y su legado. Pero el peligro persiste. Necesitamos saber que nuestros hijos, nietos o descendientes podrán acercarse a su propia historia asomándose a este yacimiento y que no quedará sepultado entre anodinas construcciones que, desde luego, no perdurarán.
Yo quiero ser un descendiente de los atlantes. ¿Y tú?
(Por cierto, quiero agradecer a Georgeos Díaz-Montexano, su amable mensaje relativo a mi anterior publicación sobre el tema)

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