martes, 28 de marzo de 2017

Josefina Manresa: El amor de Miguel Hernández.




Junto a un gran hombre siempre hay una gran mujer. Y Miguel Hernández no era una excepción. Aquí vemos a Josefina Manresa, su amor, sentada en un árbol, en aquel terrible agosto de 1936.

Ella  dedicó toda su vida a cuidar el legado de su marido. Apenas convivieron unas semanas, pero el tiempo que pasaron juntos fue suficiente para que algunos aspectos de la vida del poeta sólo los pudiera conocer Josefina

“Mi querida nena”, “mi querida esposa, “mi querida Josefinilla”. Así encabezaba Miguel Hernández las decenas de cartas que le escribió a su mujer. Fueron muchas, tantas que su relación se podría considerar básicamente epistolar, ya que apenas convivieron unas semanas después del matrimonio y algunos días de permiso que el poeta tuvo durante la guerra. Se conocieron en 1933, formalizaron el noviazgo en 1934 y se casaron en 1937, pero Miguel pasó la mayor parte del tiempo lejos de casa: de viaje (Madrid, París, Suecia, Rusia…), en el frente y, finalmente, en la cárcel. Sin embargo, él le escribió prácticamente todos los días. Aquella mujer casta y sencilla, como los versos que le dedicó el poeta, fue su musa y su gran amor.

Este año se cumple un siglo del nacimiento de Josefina Manresa en Quesada, Jaén. Por eso no está de más recordarla. El gran espíritu de Josefina, que en un principio puede resultar incluso ingenuo, reside en los pequeños detalles: la vida cotidiana, los olores, lo que le gustaba comer a Miguel, el apuro que le daba a Josefina no saber cocinar. Josefina rememoraba cómo su abuela hilvanaba los bajos de los pantalones con el propio hilo de la tela, que la miseria llegó a ser tanta que había un hombre apodado Céntimo, o que nunca pudo quitar las manchas de pus y sangre de la ropa que Miguel llevaba en la cárcel, ya gravemente enfermo de tuberculosis.

Por cierto, ahora se publica de nuevo el libro de sus memorias:  Recuerdos de la viuda de Miguel Hernández. No os lo perdáis.

Lo escribió en algo más de dos meses y le echaron una mano su hermano Manolo y su hijo Manuel Miguel. Josefina Era muy reservada con su vida íntima pero tenía una memoria prodigiosa por lo que sus amigos no dejaron nunca de pedirle que se animara a contar su vida. Le ayudó también la necesidad de enmendar muchos de los errores que fue encontrando en publicaciones y biografías del poeta. Josefina no escatima correcciones (y reproches) a quienes han publicado datos falsos o textos sin su autorización.

Josefina guardó con sumo cuidado todo lo que le había quedado de Miguel, sobre todo, manuscritos y cartas aunque dice que pocos objetos se pudieron guardar de Miguel ya que no tenía nada. También relata la odisea que supuso conservarlo todo en la durísima posguerra que le tocó vivir: era la viuda de un rojo y los registros de su casa fueron constantes. El legado del poeta de Orihuela llegó a estar escondido dentro de un saco, enterrado en el patio de la casa.

Josefina era sencilla, tradicional, católica y recatada, hasta los 15 años no tuvo “amigas de salir de paseo”. Algunas de los pensamientos de Josefina cuando era una joven costurera reflejan el clima de recato y beatería en que se educó. El punto de encuentro entre ella y el poeta fue su vitalidad. La forma de ser de Josefina encandiló a Miguel. Ella era muy simpática, graciosa y alegre aunque con el tiempo se hizo más taciturna y reservada. Su vida no fue fácil y se le fueron acumulando motivos para el duelo: su padre, guardia civil, fue asesinado al principio de la guerra; su madre, fallecía días después de su boda con Miguel; y en 1938, moría su primer hijo.

Después vino el encarcelamiento y la agonía del poeta. Como se habían casado por lo civil, tuvieron que repetir la boda por el rito católico, pocos días antes del fallecimiento del poeta, el 28 de marzo de 1942. La escena que describe Josefina de aquel segundo matrimonio es especialmente dura: Miguel no se podía mover de la cama y la boda se celebró con él tirado en un jergón. “Y así se fue Miguel al otro mundo: con todas sus ilusiones, con todos sus deseos, con toda su honradez y con toda su tristeza que solamente sé yo”. Josefina falleció en 1987.  


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