Un día
más en que las enfermedades neuromusculares, del grupo de las llamadas raras o
de baja prevalencia, llaman a nuestra
puerta. Nos suenan a algo ajeno, a dolencias que solo afectan “a los otros”
pero estamos equivocados. En cualquier momento podemos encontrarnos con un
diagnóstico que lleve escrito palabras como MIASTENIA GRAVIS, DISTROFIA
MUSCULAR, ESCLEROSIS MÚLTIPLE O LATERAL AMIOTRÓFICA, por no citar las casi
doscientas enfermedades de este tipo que existen y aumentan cada poco tiempo.
Como
afectado de una de ellas imagino que cada día en que las “celebramos” alguien,
en un laboratorio, nos regalará con ese “Eureka” que asociamos a los inventores
gritando su éxito, un remedio que nos aleje de ellas, que mejore al menos la
calidad de vida. Pero no suele suceder.
Los músculos, los nuestros y quizá los tuyos que lees estas líneas, deciden
dejar de reaccionar ante el estímulo cerebral o se declaran “insumisos” al no recibir señales del nervio que debería empujarles cotidianamente.
Algunas neuronas en nuestro cerebro quizá se olvidan de su capa de mielina y
observan como los anticuerpos deciden atacarte sin recordar que eres “de los
suyos”. Pequeños detalles insignificantes
quizá para los legos pero que pueden impedirte caminar, centrar la visión,
respirar en ocasiones, moverte con un mínimo de firmeza, sonreír o, incluso, tragar bebidas o alimentos. Una enfermedad neuromuscular tiende inmovilizarte
en el más amplio sentido. No solo físicamente sino que, además corres el
peligro de aislarte y ser aislado por desconfianza o desconocimiento. Te miras en los ojos de los demás y no
descubres siempre esa comprensión que desearías. ¿Qué te queda? Al principio,
quizá, la desesperación, el firme convencimiento de que has ganado un premio en
una lotería en la que no llevabas ningún décimo y que, además, no hay demasiada
ganas en las farmacéuticas de lanzarse a investigaciones poco rentables en
tanto en cuanto los pacientes no somos multitudinarios.
Por
todo eso, uno de los objetivos de esta celebración es la integración de los
afectados y de sus familias en los distintos ámbitos de la vida: enseñanza,
formación profesional, laboral, social y actividades de ocio. Deben potenciarse los canales de información y
los sistemas de ayuda y hacer valer nuestra fuerza. Esa que a veces nos falla
pero que es la base sobre la que construir el futuro, el nuestro y el de la
sociedad que no siempre se da por aludida. El empuje de esa fuerza no hace que
nuestra crónica dolencia mejore pero algo crece dentro de nosotros
sobreponiéndose a las guerras intestinas de las neuronas y sus impulsos
musculares sabiendo que si una persona sueña, es solo un sueño, pero si muchas
personas sueñan juntas, es el inicio de una nueva realidad. Ojalá que hoy, DÍA MUNDIAL DE LAS
ENFERMEDADES NEUROMUSCULARES, muchos sueños se hagan efectivos. Tú puedes
colaborar. Infórmate. No solo está en juego nuestro futuro. Quizá también lo
esté el tuyo.
(El día de las enfermedades neuromusculares se celebra el 15 de noviembre, fecha en que se publicó este artículo en DIARIO JAÉN)
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