En mitad de la zarabanda en la que nos hemos
sumido al descubrirnos virtuales descendientes de los atlantes que
supuestamente habitaron nuestra tierra se han empezado a observar ligeros
movimientos sísmicos que alteran el sosiego de nuestro día a día jaenero. ¿Y si
fuera verdad? ¿Y si se respetaran los restos arqueológicos para construir la
ciudad de la justicia en otro enclave? A pesar de que se han echado las
campanas al vuelo la realidad es que todo se basa en buenas intenciones. Y de
eso están nuestras alforjas llenas aunque a cada paso que damos suelen ir
perdiéndose por algún extraño “bujero” inadvertido.
Tuvimos la genial idea de construir un
funicular que nos conectara con el Castillo de Santa Catalina y la de dotarnos
de un tranvía moderno y ecológico. Imaginamos que un Museo Íbero nos situaría
en los mapas turísticos. Pedimos que la Catedral de Jaén fuera declarada
Patrimonio de la Humanidad. Diseñamos varios centros comerciales al más alto
nivel con marcas señeras y salas de cine de última generación. Pedimos que los
trenes no nos abandonen. Nos apuntamos a la moda de los parques acuáticos.
Soñamos con un merecido polideportivo. Y así podríamos ir enumerando empeños,
antojos, anhelos y apetitos varios que han ido quedando unos por las cunetas
del tiempo y prendidos con alfileres otros.
De vez en cuando suenan las trompetas, se
inician obras, se cortan cintas, se escuchan aplausos, se expresan en voz alta
lo que solo son elucubraciones y luego solo nos queda preguntarnos ¿será
verdad?
A veces, incluso, se da comienzo a proyectos
que ilusionan pero por algún extraño sortilegio quedan parados, abandonados,
olvidados de un modo que parece exclusivo de esta tierra nuestra del Santo
Reino. Y los que parecen llegar a buen fin lo hacen tras inusitados retrasos.
La verdad se mezcla con el deseo y termina cediendo ante los escollos que alguna
mano negra invisible o presentida nos presta a modo de perversa zancadilla.
¿Cuándo vamos a levantar cabeza a pesar de
todo? Que el dios Atlante (Atlas) nos ayude en esta titánica tarea de
mantenernos firmes ante la desidia y el olvido. Hagamos verdad lo que soñamos.
El futuro nos va en ello.
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